Todo lo relacionado el Paleolítico medio es polémico de un modo u otro. En este episodio probaremos a caracterizar el periodo mediante un criterio tecnológico, pero será un fracaso. Después intentaremos el criterio paleontológico, basándonos en las especies humanas que en él vivieron; y también saldrá mal. Desesperados, utilizaremos el clima o alguno de los ciclos geológicos del planeta… pero también será inútil.
Y antes de de terminar el episodio, sin pretenderlo, iniciaremos un viaje esotérico y cismático, también cargado de controversia, tras el que encontraremos la solución a nuestro problema: la definición del Paleolítico medio.
Acompañadme, pues, en este viaje que comienza ahora…
Índice de contenido
- 1 Dorothy garrod
- 2 Tecnología de la Edad de Piedra
- 3 Herramientas prehistóricas
- 4 ¿De dónde salen las rocas aptas para ser talladas?
- 5 ¿Qué es el Paleolítico medio?
- 6 Cronologia del Paleolitico medio
- 7 Homínidos del Paleolítico medio
- 8 Resumen del Paleolítico medio
- 9 Bibliografía
Dorothy garrod
Dorothy Garrod fue una arqueóloga británica nacida en Londres en 1892. En su tiempo fue una profesional de gran éxito ya que realizó algunos descubrimientos notables asociados al Paleolítico medio. Uno de ellos nos toca de cerca ya que se produjo en Gibraltar, en la Torre del Diablo.
Planos de la Torre del Diable en Gibraltar de Antonio Montaigu de la Perille (1727). [Dominio Público]
, via Wikimedia Commons.
Lo que es la torre en sí, no ha llegado hasta nuestros días porque fue demolida en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial.
Cráneo de niño neanderthal procedente de Gibraltar. Fotografía de Nicolas Guérin. [CC BY-SA 3.0]
, via Wikimedia Commons.
En 1926, Dorothy Garrod descubrió el cráneo de un niño Neanderthal junto con útiles paleolíticos mientras excavaba un abrigo rocoso cercano a la torre. Este descubrimiento le dio fama internacional e impulsó su carrera como arqueóloga, que después continuaría encabezando una expedición al Kurdistán iraquí.
No será hasta 1929 cuando Dorothy Garrod llegue a Palestina, a la región del Monte Carmelo, donde empezará una serie de excavaciones que la llevaría a cambiar la perspectiva que se tenía del Paleolítico medio.
El Monte Carmelo en Israel
El Monte Carmelo es una cordillera baja de 26 km de longitud que discurre paralela a la costa de la región de Haifa, en Israel. Y que, además, es un lugar sagrado para muchas religiones.
El nombre Carmelo deriva del hebreo karem El, que significa “el viñedo de Dios”. Pues bien, fue en este viñedo donde el Profeta Elías demostró el poder de Yahvéh, el verdadero Dios, a los adoradores de Baal.
El punto más alto es, precisamente, el propio Monte Carmelo cuya cumbre está a 525 m sobre el nivel del mar. A sus pies hay una serie de desfiladeros que dan paso a al Valle de Yizre’el, un lugar de paso estratégico entre Egipto y el actual Irak.
Para que veáis la importancia de este valle, en él se registró la primera batalla de la historia, la batalla de Megido, que tuvo lugar en el año 1457 a.C., entre el faraón Tutmosis III y el rey de Kadesh, una ciudad de la región de Canaán.
Según la tradición hebrea, en Megido tendrá lugar la última batalla de la humanidad: el Armagedón… La batalla que traerá el fin de los tiempos, según el Libro del Apocalipsis.
El Monte Carmelo y la Virgen del Carmen
Allá por el año 1200 d.C., una comunidad de ermitaños cristianos llegó al Monte Carmelo a establecerse allí. Probablemente se trataba de un grupo de antiguos caballeros cruzados que establecieron una comunidad monástica en ese lugar sagrado donde se les había aparecido la Virgen María.
Monasterio en el Monte Carmelo (1948). Fotografía de Willem van de Poll. [CC0 1.0]
, via Wikimedia Commons.
Los ermitaños constituyeron la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo u Orden de los Carmelitas, que sobrevive hasta nuestros días pero sin caballos ni armaduras. Y esa virgen aparecida, de nombre Santa María del Monte Carmelo, transformó su nombre en la Virgen del Carmen.
Así, casi sin darnos cuenta, hemos aprendido que el nombre de Carmen, deriva del hebreo karem El, que significa “viñedo de Dios”.
Dorothy Garrod en el Monte Carmelo
Dorothy Garrod había logrado cierta fama con sus descubrimientos de Gibraltar. Sin embargo, el reconocimiento internacional le llegó a partir de 1929 con los hallazgos de la región del Monte Carmelo. En particular, dirigió las excavaciones de lugares que seguro resultan familiares a cualquiera que se interese por la prehistoria.
La región de las actuales Israel, Líbano, Irak, Siria y la península arábiga constituyeron un lugar de paso obligatorio para las poblaciones del género Homo que abandonaban el continente africano cuando se adentraban en Asia.
Es por ello que abundan en ella yacimientos prehistóricos cuyos nombres aparecen de forma recurrente en la especialidad. Así, por ejemplo, tenemos el de Yabrud en Siria.
Los hallazgos realizados en la cercana Cueva de Iskafta en la década de 1930 darían lugar a la definición del complejo cultural Acheulo-yabrudense (o tradición de Mughara), una cultura material que se situaría a final del achelense típico del Paleolítico inferior y sería como una transición hacia el modo tecnológico del musteriense típico del Paleolítico medio.
Menos el término musteriense, del que hablaremos hoy, el resto de palabras salieron en el episodio de la Prehistoria.
Y ahora es cuando se cierra el círculo con el relato del principio del episodio ya que Dorothy Garrod salía de la Cueva Tabun situada en valle de Mughara, o Nahal Me’arot en hebreo.
En el presente, el Nahal Me’arot es un parque natural que cuenta con numerosas cuevas naturales y abrigos rocosos que fueron en su día utilizados por nuestros antepasados. En particular, los principales yacimientos son cuatro: las cuevas de Tabun, Jamal, Skhul y el-Wad. Y por estos lugares, a lo largo de 22 meses, en la década de 1930, la arqueóloga Dorothy Garrod dejó su impronta.
Fotografía de la cima del Monte Carmelo en la que se ven las cuevas de el-Wad, Jamal y Tabun (2003). Fotografía de R. Yeshurun. [CC BY-SA 3.0]
, via Wikimedia Commons.
Dorothy Garrod y el Paleolítico medio
En esta época, durante las décadas de 1930 y 40, no se habían descubierto demasiados restos fósiles fuera de Europa, por lo que se pensaba sólo había habido prehistoria en nuestro continente.
Las excavaciones del Monte Carmelo permitieron elaborar una secuencia estratigráfica propia de la región que estableció una firme evidencia de que existió prehistoria fuera de Europa, algo que se desconocía en la época.
Los elementos básicos de la cronología del paleolítico que creó Dorothy Garrod, para la región de Asia menor, o del Levante mediterráneo, como también es conocida, siguen vigentes hoy en día, más de 80 años después.
Dorothy también fue una innovadora de los métodos arqueológicos. Ella fue la primera en utilizar la fotografía aérea para estudiar los yacimientos.
También implantó la costumbre de emplear casi exclusivamente a mujeres de las aldeas cercanas a los yacimientos para las tareas de excavación. Esta práctica se mantiene a día de hoy para ciertas tareas que requieren atención al detalle, como el tamizado en seco de la arena.
La innovación no es tanto el proporcionar empleo a las mujeres, que lo fue en esa época, sino también la educación de la población local en el conocimiento de la prehistoria y de su patrimonio. Hoy en día esta práctica se conoce como Arqueología comunitaria y tiene como objeto ese, precisamente: la transmisión a los miembros de las comunidades locales la importancia de conocer y proteger su patrimonio cultural.
Dorothy Garrod (en el centro) y Dorotea Bate en el Monte Carmelo (1928). [CC0 1.0]
, via Wikimedia Commons.
Dorothy Garrod y la igualdad de derechos
Por último, y no menos importante, Dorothy Garrod se convirtió en icono de la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres ya que, en 1939, fue elegida como titular de la Cátedra Disney de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En 1857 falleció un jurista inglés, un alto funcionario de la administración de justicia, llamado John Disney. Durante su vida había aprovechado la enorme fortuna heredada de sus padres para crear una notable colección de antigüedades.
Para perpetuar su legado, instauró una dotación económica que tenía por objeto financiar una cátedra con su nombre en la Universidad de Cambridge.
Así, al llegar el año 1939 habían pasado por ella seis titulares, todos hombres por supuesto. Pero cuando iban a elegir al séptimo, nuestra Dorothy Garrod se coló entre los candidatos, de modo que, finalmente, consiguió para sí el prestigioso puesto que la nombraría como directora del departamento de arqueología de esa universidad. Pero claro, en 1939, las mujeres no eran miembros de pleno derecho de la Universidad de Cambridge. Imaginad el revuelo en la comunidad universitaria.
Al dejar la cátedra en 1952, tras 13 años de servicio sólo interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, el nombre de Dorothy Garrod quedó asociado a la comprensión de la prehistoria en general y del Paleolítico medio en particular.
Tecnología de la Edad de Piedra
El objetivo de la Arqueología es la reconstrucción de la organización social que se vislumbra de las tecnologías empleadas, que deducimos a partir de las trazas encontradas en las excavaciones.
Y esto se puede hacer estudiando la dimensión horizontal y vertical de los yacimientos, tal y como vimos en el episodio del Homo naledi.
Sobre este asunto, también se puede consultar en la bibliografía el debate clásico expuesto por Gordon Vere Childe en su obra Los orígenes de la civilización.
Pero, ¿por qué fue importante la talla de herramientas en la transición del paleolítico inferior al medio? Por lo que sabemos, en este periodo, el cerebro de las especies del género Homo todavía no era como el nuestro. No poseía todas las capacidades que los seres humanos anatómicamente modernos poseemos.
Así que, en estos primeros estadios, los cambios en las formas de fabricar objetos de piedra nos servirán para saber cuál fue el grado de desarrollo cerebral de nuestros antepasados. Cuanto más complejas sean las técnicas de talla de cantos, más evolucionado estará el cerebro puesto que serán necesarias:
- La visualización de la pieza en la cabeza,
- La planificación del proceso productivo que seguiremos,
- La traducción de ese plan en movimientos coordinados de las manos,
- Una mínima estandarización del proceso, para lo que necesitaré un proceso productivo que sea replicable.
- El empleo sistemático de ciertos materiales. Todas las piedras no valen; deberé ser capaz de distinguirlas y de conseguirlas trayéndolas desde lugares distantes.
Herramientas prehistóricas
La principal fuente sobre estos temas que he consultado, además de la wikipedia, ha sido el libro de Marie-Loiuse Inizan y otros: Tecnología y terminología de la piedra tallada, que os dejo en la bibliografía. No obstante, casi todos los autores beben de los trabajos de François Bordes, que ha sido uno de los autores modernos que más han aportado al conocimiento de los artefactos líticos.
François Bordes tallando herramientas prehistóricas por el método de percusión indirecta (1973). Fotografía original tomada por John C. Whittaker en Carsac, Francia, publicada en «Flintknapping: Making and Understanding Stone Tools», John C. Whittaker, University of Texas Press, 1994, via Wikimedia Commons.
Dada la complejidad del tema, he necesitado abrir un apartado específico en el blog para estructurar todos los contenidos relativos a la talla de cantos y de útiles líticos que he encontrado. Esta separación tiene sentido puesto que el apartado se sale del ámbito temporal de las herramientas del paleolítico medio.
De qué están hechas las herramientas del paleolítico medio
Para tallar cantos, o sea, para hacer herramientas prehistóricas, necesitaremos un material que tenga las propiedades mecánicas adecuadas, tal y como conté en el episodio del Paleolítico inferior.
Los materiales para tallar cantos y fabricar herramientas de piedra pueden ser rocas o minerales. Los minerales suelen ser sustancias puras, en estado sólido, con una estructura cristalina. En cambio, las rocas son masas compuestas por varios minerales agregados. En el episodio del Homo naledi dediqué mucho tiempo a hablar sobre este tema y sobre los tipos de rocas.
Entonces, para fabricar herramientas de piedra debe valorarse la dureza del material y el tipo de fractura que sufre. Al final, los materiales más frecuentes en la talla de rocas son:
- Minerales. El cuarzo y sus variedades.
- Rocas ígneas extrusivas de origen volcánico: riolita, basalto, andesita y obsidiana (debido a su textura parecida al vidrio).
- La roca sedimentaria conocidas como sílex (también chert, pedernal o flint).
- La roca metamórifica llamada cuarcita.
Os recomiendo que sigáis los enlaces porque en ellos se amplía mucho la información del episodio.
Comencé hablando de la escala de Mohs de la dureza de los minerales. Después conté los tipos de fractura, haciendo énfasis en la fractura concoidea.
He preparado una documentación complementaria realmente extensa que no puedo publicar ahora por falta de tiempo. Os ruego paciencia mientras la termino.
Aquí está el enlace al artículo de Rodrigo Villalobos, artefactos sociotécnicos, en su blog Las gafas de Childe donde se muestra la daga de cuarzo hialino.
Cómo hacer herramientas de piedra
Ya sabemos que los materiales adecuados son aquellos susceptibles de sufrir fractura concoidea. Ha llegado el momento ahora de explicar en profundidad cómo funciona este tipo de fractura.
Imaginad que tenemos un material que no sea excesivamente duro y que sea homogéneo, es decir, que se comporte por igual en todas sus partes. Además, deberá tener una estructura isótropa, esto es, que se comporte del mismo modo sin importar la dirección desde la que lo golpeemos.
Unos materiales que cumplen esta condición son aquellos de estructura interna amorfa. Por ello, cuando se rompen o fracturan suelen dejarse llevar, más o menos, por la dirección desde la que viene el golpe.
El material homogéneo y amorfo que queremos tallar lo llamaremos núcleo, y para ello necesitaremos golpearlo con una piedra más dura, el percutor. Los trozos de piedra que se desprenden, se denominan lascas.
Cuando el percutor golpea la piedra en un punto, y le transfiere la energía mecánica mediante el golpe, se genera una onda elástica que empieza a propagarse por el medio debido a las vibraciones de las moléculas que lo forman.
El concoide se forma por la vibración longitudinal
Para estudiar la onda mecánica, se descompone su movimiento en dos planos: uno longitudinal y otro transversal, examinando cada uno de ellos por separado.
Las moléculas de nuestro material no forman redes cristalinas, sino que están distribuidas y orientadas de forma aleatoria. Entonces, cuando reciben la energía transferida por el golpe, las moléculas afectadas comienzan a vibrar chocando unas contra otras. De este modo, parte de la energía pasa a las moléculas vecinas, que en su movimiento vibratorio chocan de nuevo con otras moléculas más alejadas. De este modo, la energía del golpe inicial se propaga por dentro del material.
En el plano longitudinal, que equivale a mirar la propagación de la onda desde arriba, estudiaremos cómo se fractura el material según avanza la onda en la misma dirección del golpe. En cambio, el plano transversal nos permitirá averiguar qué le pasa al material, pero en el plano perpendicular a la dirección de avance de la onda longitudinal.
Así que la propagación de la onda, vista desde arriba tendrá la forma de una lágrima que crece por la parte redondeada según avanza. En realidad, tiene la forma de una valva de mejillón.
Valvas de mejillones capturados en Tailandia. El nombre de fractura concoidea está muy bien puesto. [CC BY-SA 3.0]
, via Wikimedia Commons.
Sin embargo, el avance de la onda longitudinal no explica la fractura en sí misma. ¿Qué es lo que hace que la piedra se rompa? Para explicar eso, está el plano transversal.
Si antes, lo que nos interesaba era ver la dirección de avance de la onda elástica, ahora lo que queremos es ver qué pasa con las moléculas que hay encima y debajo de las que se ven afectadas por el paso de la perturbación.
La vibración transversal causa la fractura
Visualicemos la pieza de piedra que estamos tallando. Las moléculas del material vibran cuando son golpeadas, pero ahora nos fijaremos en el plano transversal perpendicular a la propagación de la onda elástica.
Si la fuerza del golpe supera un cierto umbral, las moléculas vibran tanto que el material pierde la cohesión y aparece la fractura.
En general, los materiales están sometidos a esfuerzos que se producen cuando cargamos peso en una estructura, damos golpes con martillos o si aplicamos presión. Un esfuerzo es, en resumen, una fuerza por unidad de área que da lugar a una formación. La idea es estudiar cómo son los esfuerzos y las deformaciones en los diferentes materiales.
Uno de los científicos que estudiaron estas cosas fue Robert Hooke y enunció una ley muy conocida entre los estudiantes primerizos de física: la ley de Hooke de la elasticidad. Lo que dice es muy sencillo: un sólido se deforma proporcionalmente al esfuerzo recibido. O sea, que si das un golpe pequeño, el sólido se deforma un poco, pero si el golpe es fuerte, se deforma mucho.
Y así, los estudiantes terminan pensado que la Ley de Hooke es algo facilísimo. Vaya una tontería: la deformación es proporcional al esfuerzo. Si aplico una fuerza pequeña, el muelle se estira un poquito… Pues para esto no hacía falta tanta complicación, la verdad… Y con estos pensamientos terminan el curso de física básica y empiezan, al año siguiente, el curso de ciencia de los materiales y Estado Sólido.
En el caso general, estas cosas derivan en matemáticas muy complejas, que pueden ser simplificadas de la forma que cuento en el episodio.
Y al final, lo más importante, es este esquema:
El esquema de la fractura concoidea nos viene bien para ilustrar cómo se talla una lasca. Obra de José Manuel Benito. [Dominio Público]
, via Wikimedia Commons.
La figura representa una vista de perfil de un material homogéneo e isótropo que recibe un golpe y sufre una fractura concoidea.
Se ve el golpe inicial, después la fractura comienza a avanzar hacia el interior del material, allí toma una forma curvada con más profundidad si cabe, llegado un momento, la curvatura se invierte y la fractura se acerca a la superficie, y entonces ocurre lo más importante. Lo que se conoce como efecto borde.
He insistido antes en que el golpe tenía que ejecutarse cerca del borde del núcleo, esto es porque las paredes del sólido reflejan las ondas elásticas transversales, produciéndose interferencias entre ellas de forma que modifican la trayectoria de la fractura.
Al principio del golpe, la fractura se hunde formándose una especie de vientre abultado hacia el interior del material, después la onda cambia la dirección de movimiento produciéndose un vientre pero al revés. Primero barriga hacia afuera, después barriga hacia adentro, con lo que la fractura se acerca hacia la superficie. Entonces, cuando la reflexión de las ondas elásticas transversales es lo suficientemente intensa como para casi anular esta componente del movimiento, la fractura empieza a correr casi paralela a la superficie, acercándose poco a poco hacia ella con el resultado final que un trozo de piedra acaba desprendiéndose.
La piedra original era el núcleo, la pieza que se desprende recibe el nombre de lasca y debido a esta peculiar forma de comportamiento de las ondas elásticas, la lasca tendrá unas características peculiares.
Pues el resumen de todo esto es que si alguien se ha molestado en poner nombres a estos tramos de cada fractura, es porque la forma de la fractura es repetible una y otra vez. Esto es lo importante.
En el episodio leí una cita de un articulo de la wikipedia. Se trata del artículo de la fractura concoidea.
Lascas de piedra
Hasta aquí, el fundamento físico del proceso de talla. Ahora nos fijaremos en la complejidad de las operaciones mentales necesarias para la talla de herramientas. Los seres humanos primitivos debían saber que:
- Las lascas serían más o menos gruesas dependiendo del punto de impacto del percutor.
- Que los núcleos podían ser tratados antes de empezar la talla. Por un lado, si el núcleo es lo suficientemente grande, la lasca tendrá forma de abanico, pero si el núcleo tiene otras formas, la lasca resultante ya no será como una valva de mejillón. O sea, que si daban una forma al núcleo que fuese alargada y estrecha, las lascas resultantes también serían alargadas y estrechas.
- Que los núcleos podían someterse a la acción de fuego y que esto cambiaba el resultado de las tallas.
- Posteriormente, según se iba trabajando un núcleo, esto es, a medida que se le iban desprendiendo lascas a golpes, resultaba que lo que estábamos haciendo era dar forma al mismo núcleo. O sea, que el núcleo mismo también podrá ser considerado como una herramienta a tallar.
- El percutor también tenía su importancia. No se tallará igual con un percutor duro que uno blando. Estos últimos producirán lascas más pequeñas.
- También se podía hacer talla por presión. Las lascas se generan por el golpeo, pero en cierto momento, los artesanos se dieron cuenta de que sometiendo los núcleos a una presión intensa, con unas herramientas parecidas a muletas en las que apoyan todo su peso sobre la piedra, se pueden crear lascas con una mayor precisión que empleando los tradicionales golpes.
Con todo lo dicho, queda clara la correlación entre los métodos de talla y el desarrollo cerebral de nuestros antepasados.
¿De dónde salen las rocas aptas para ser talladas?
El episodio empezó con la dureza de los minerales; después siguió con los tipos de fractura que pueden soportar éstos. Tras esto, contamos cómo se talla un núcleo, explicando los fundamentos físicos del proceso de talla.
Para que el episodio se convierta en una exposición sistemática de cómo se realiza la talla de artefactos líticos, hace falta contar contar qué rocas y minerales sirven, o sirvieron a nuestros ancestros, para procurarse sus herramientas.
Cuando estén disponibles colocaré los enlaces al origen de las rocas, las imágenes de las variedades de cuarzo mineral, el sílex, el chert y el pedernal.
En el programa hice referencia a una polémica sobre la que han corrido ríos de tinta: ¿la calcedonia es un mineral o una roca sedimentaria?
Algo parecido ocurre con el jaspe. Si la calcedonia se formaba por gránulos de cuarzo pegados a una estructura de sílice en forma de fibras, en el jaspe tendremos que parte del cuarzo es sustituido por otros minerales metálicos que son los responsables del color. Además, el jaspe no será transparente, sino opaco, lo que hará que no sirva como joya. Sin embargo, desde muy antiguo ha tenido un gran valor ornamental.
Aunque el en programa lo comenté de pasada, aquí os dejo una referencia a un artículo donde se explica que el sílex puede ser utilizado como marcador de redes de circulación y distribución de bienes.
¿Qué es el Paleolítico medio?
El mismo concepto de Paleolítico medio es complejo. Se trata de un periodo muy difícil de definir, por lo que establecer sus límites es una labro complicada.
En realidad, podría haberos contado la solución. Pero ya sabéis que lo que me gusta hacer es mostraros un poco cómo razonan los científicos.
Para ello partiremos de una premisa, que resultará errónea, pero que está muy extendida: el Paleolítico medio es un periodo caracterizado por el modo tecnológico musteriense, caracterizado por la técnica de talla de herramientas conocida como la técnica Levallois.
Grahame Clark
El término modo tecnológico está unido a la figura de Grahame Clark. Para ampliar información sobre él, os recomiendo su página de wikipedia (en inglés): Grahame Clark, arqueólogo.
Fotografía de Grahame Clark tomada en la ceremonia de aceptación del premio Erasmo en Holanda (1990). Fundación Praemium Erasmianum. [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Este apartado, y los siguientes, están basado en la wikipedia y en la obra Historia del pensamiento arqueológico de Bruce Trigger (la referencia está en la bibliografía del episodio).
Clark, integró en su pensamiento tres ideas:
- La influencia del ecosistema en las culturas prehistóricas, lo que le permitió introducir el análisis del polen como método de datación de los yacimientos prehistóricos en Gran Bretaña. Más sobre esto en el episodio del Homo naledi.
- La importación la antropología social a la interpretación de la prehistoria.
- La principal función de la cultura era asegurar la supervivencia de la sociedad. Los patrones de comportamiento individual transmitidos por la cultura facilitaban la interacción social de la que dependía la supervivencia de las personas y de los grupos humanos. Esto salió en el cuarto episodio de la temporada uno, la evolución del ser humano.
Sobre este último punto, publiqué en Twitter un gráfico que recoge esta idea:
El Paleolítico medio es fácil, decían unos… Total, son cuatro piedras, apuntaban otros… ¡Hasta que no descifre esto no podré publicar el episodio siguiente! ¡Ya falta menos! pic.twitter.com/1CHE6my6vT
— Carlos Roguez-Flores (@crodriguezfl) November 7, 2020
Fuente: B. G. Trigger (1992) «Historia del pensamiento arqueológico. Editorial Crítica. Página 356. La otra cita, “Las personas sin experiencia práctica en excavación no están preparadas para interpretar los datos arqueológicos”, está en la página 345.
Estas tres lineas cristalizaban en una idea central: el cambio cultural. Pero Clark, a diferencia de la arqueología europea de finales del XIX que vinculaba los cambios en el registro arqueológico a los cambios étnicos, prefería ver el cambio cultural como respuesta a desequilibrios en el medioambiente, fluctuaciones de población, aparición de innovaciones que permitían ahorrar trabajo humano y también, porqué no, debido al contacto con otras culturas.
Cultura arqueológica
Como dije en el episodio, para entender el modo tecnológico musteriense, primero debemos poner en perspectiva su concepción y utilidad.
En la bibliografía podéis consultar las referencias a los artículos de Fernando Díaz Martín, que son la base de este apartado.
Partimos del concepto de cultura arqueológica. En los yacimientos aparecían artefactos que podían ser agrupados en función de características estilísticas comunes que definían una cultura prehistórica.
Así, una cultura era la agrupación de yacimientos en un conjunto que presentaba características homogéneas. Y para asignar un nombre a la cultua, se elegía un yacimiento de referencia. Normalmente se trataba del primero o, a veces, del más representativo. Este sistema se denomina clasificación epónima de culturas.
Para que veáis la consecuencia de elegir tal sistema de clasificación, no tenéis más que consultar el artículo de las Culturas del Viejo Mundo. Cuyo resultado es una lista que parece no acabar nunca: clactoniense, tayaciense, micoquiense, vasconiense, szeletiense…
Esto ocurre porque, cada vez que aparece una variación estilística en el registro arqueológico, debe ser asociado a una cultura, civilización, tradición o industria diferente. Lo que, en sí mismo, no es demasiado grave.
Pero en la arqueología del s. XIX, se asociaba cada grupo humano con una entidad social y cultural diferente. Dicho de otro modo, diferencias en el estilo de los artefactos hallados en un yacimiento implicaba cambios en los grupos humanos que los habitaron que eran atribuidos a emigraciones o a invasiones de pueblos.
Y a la inversa, si la cultura material de ciertos yacimientos era la misma, el grupo humano que los había habitado, también debían ser el mismo.
Este planteamiento no era problemático mientras los útiles más antiguos descubiertos eran franceses. Pero un buen día, en la garganta de Olduvai, que apareció en el episodio del Paleolítico inferior, se encontraron las herramientas más antiguas de la humanidad, lo que constituyó un primer desafío al planteamiento vigente hasta el momento.
Sin embargo, como se cuenta en nuestro blog de cabecera Paleoantropología hoy, en 1880 apareció en Temassinine, Argelia, una herramienta bien conocida por los europeos: el bifaz achelense. Y por si fuera poco, una década más tarde, comenzarían a descubrirse más de éstos en África oriental, en la región del Gran Valle del Rift.
Esto constituyó un desafío que el paradigma vigente no pudo superar: si en Olduvay y Saint Acheul se habían encontrado las mismas herramientas, ¿se trataba del mismo grupo humano? Esta afirmación era algo que las mentes de la época no podían asumir, por lo que el paradigma debió cambiar.
Sin embargo, en el año 1961, Grahame Clark publicó su libro World Prehistory que incluía una propuesta rompedora para el estudio de las tallas líticas, la innovación por excelencia en la prehistoria humana. En lugar de estudiar de forma individualizada cada variedad y cada técnica empleada en cada yacimiento, lo que hizo fue aglutinar las técnicas buscando unos pocos rasgos que caracterizasen un modo o estadio tecnológico.
La tecnología, según Clark, era un modo más de adaptación al medioambiente. Cambios en el medio producían cambios en la tecnología, de forma que esta iba evolucionando buscando siempre una mayor eficacia en la supervivencia del grupo, pero siempre de forma gradual.
Industria musteriense
En función de las técnicas de fabricación de herramientas se define estos modos:
- Modo 0. Pre-olduvayense
- Modo 1. Olduvayense.
- Modo 2. Achelense.
- Modo 3. Musteriense.
- Modo 4. Talla laminar.
- Modo 5. Microlitos.
Sobre la base que consistía en la producción de cantos tallados en forma de lascas y núcleos, se establecía un primer modo tecnológico. Este es el que se conocería como olduvayense. Entonces, a lo largo del Paleolítico inferior, las poblaciones humanas irían mejorando la tecnología, incorporando innovaciones, mejorando los diseños, agregando variaciones estilísticas, pero todo ello integrado bajo un paraguas o seña de identidad dominante que caracterizaría el modo tecnológico.
Llegado un momento, a los repertorios de herramientas básicas, lascas y núcleos, se incorporó una novedad: el hacha de mano o bifaz. A partir de ella se definiría el siguiente modo tecnológico, el número dos o achelense, que englobaría todas las diferencias de estilo y las variantes técnicas más o menos importantes, pero que tenían cabida en el concepto de bifaz. Y con esto cubriríamos el Paleolítico inferior.
Retomando el hilo del episodio, de repente apareció otra innovación en la fabricación de utensilios de piedra que nos permite suponer un mayor desarrollo cognitivo de las especies: el modo tecnológico 3 o musteriense
Para explicar rápido la industria musteriense, diría que para crear bifaces, o sea, las herramientas del modo 2, los humanos buscaban piedras con formas ovaladas que después tallaban, sacando filos mediante el lascado selectivo. Pero el modo 3 suponía un paso adelante.
La idea era tallar herramientas a partir de núcleos trabajados. Es decir, que en lugar de buscar piedras más o menos ovaladas, los artesanos tallaban grandes cantos dándoles las formas que les interesaba. Esto se llama preparar núcleos predeterminados.
Entonces, a partir de estos núcleos trabajados se podían tallar grandes hojas afiladas. Esta forma de trabajar la piedra se conoce como técnica Levallois y es la que define el siguiente modo tecnológico.
Bueno, y como el primer yacimiento se estudió en Francia, en un pueblecito llamado Peyzac-le-Moustier, pues le correspondió el nombre de modo 3 o musteriense.
Después tendríamos el modo 4, caracterizado por la talla laminar, y el modo 5, que se caracteriza por la fabricación de útiles pequeños o microlitos.
Este es el núcleo de la propuesta de Clarke. En lugar de fijarnos en las diferencias estilísticas entre herramientas, nos fijaremos en una secuencia de modos.
Cada modo se define por unos pocos rasgos seleccionados, que se concretan en un tipo determinado de pieza, que admiten variaciones dentro de un orden.
De este modo, los yacimientos del paleolítico inferior serán aquellos caracterizados por el hallazgo de tecnología perteneciente al modo 1 o 2, olduvayense y achelense, respectivamente. Entonces, cuando empecemos a encontrar en el registro arqueológico herramientas talladas con la técnica Levallois, sabremos que empezamos ese periodo que hoy nos trae de cabeza: el Paleolítico medio. Entonces, cuando desaparezca del registro esta tecnología y comencemos a ver tallas laminares, pues sabremos que el Paleolítico medio se acaba y empieza el superior.
El problema es que este planteamiento sale mal debido a varios motivos.
El yacimiento de la Cueva Tabun
Para retomar el programa, volveremos a la Cueva Tabun en Israel. En ese yacimiento y en el resto de los que se han hallado, repartidos por los abundantes abrigos rocosos y grutas que pueblan la región, se han descubierto numerosos artefactos líticos. Al conjunto se le conoce globalmente como la tradición de Mughara y engloba las culturas: Achelo-Musteriense, Achelense final, Yabrudiense, Achelense, Micoquiense, Achelo-Yabrudiense, Pre-anteliense, Pre-auriñaciense, Amudiense, Paleolítico superior cero (Paleolítico superior 0) y Achelense, pero con facies yabrudenses.
En opinión de Arthur Jelinek, el paso del Paleolítico inferior al medio fue un proceso gradual que se manifestaba en una paulatina estilización de las lascas, esto es, una disminución de la ratio grosor/anchura. Sobre esta base únicamente es difícil justificar un salto tecnológico.
Al respecto, el blog de Paleoantropología hoy nos dice que las herramientas básicas en ambos modos son las mismas, pero difieren en tamaño, función y método de producción.
Sin embargo, la dificultad que tenemos es que tal evolución tecnológica no es abrupta, si no suave. Es difícil de distinguir, a partir de los escasos restos que hallamos.
Lo que resulta incontrovertido, es que en registro arqueológico se aprecia un cambio en el periodo que va desde hace 400.000 años hasta hace 220.000 años. Justamente, en este lapso es donde situamos el final del Paleolítico inferior y el principio del Paleolítico medio. Pero claro, ¿cómo marcarlo si la transición es suave?
Esta dificultad, además, se ve aumentada porque los modos tecnológicos se solapan. En los yacimientos del modo 2, se encuentran herramientas del modo 1. Igual ocurre con los del modo 3.
Finalmente, el propio Clark dejó indicadas unas claves fundamentales, que parecen ser olvidadas una y otra vez. La primera es que la secuencia tecnológica no es una secuencia cronológica universal y sincrónica. No mide el grado de desarrollo civilizatorio, ni nada parecido.
El esquema sólo pretendía vincular tecnología a condiciones medioambientales a las que estaban sometidas las poblaciones prehistóricas. Un grupo humano, que no hubiese sido sometido a presiones demográficas ni medioambientales, podía perfectamente entrar en una situación de estancamiento tecnológico, lo que rompía la universalidad del esquema.
Hoy en día se corre el peligro de hacer la asociación automática de modo 1, olduvayense, modo 2, achelense, modo 3, musteriense, modo 4 y 5. Y cada uno de ellos es más avanzado que el anterior, y si en un yacimiento me encuentro un bifaz, pues estoy en el achelense, y si es algo tallado con la técnica Levallois, pues es musteriense. Tal asociación no se puede hacer.
Como conclusión de este apartado, nosotros apoyamos la secuencia de modos tecnológicos para ligar desarrollo cerebral con fabricación de herramientas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que:
- Herramientas avanzadas solo pueden ser darse con cerebro avanzado, pero ojo con la inversa que no tiene porqué ser cierta.
- Herramientas atrasadas igual a cerebro atrasado, ya que podríamos ignorar circunstancias ecológicas, o elecciones culturales de poblaciones.
Cronologia del Paleolitico medio
El Paleolítico inferior comenzó con la aparición de las primeras especies de homíninos, hace 2,6 Millones de años. Sin embargo, no tenemos claro donde ubicar la frontera entre este periodo y el Palolítico medio.
Analizando el registro arqueológico, los especialistas aprecian un cambio que se produjo en el intervalo que va desde hace 400.000 años hasta hace 220.000 años. En algún punto intermedio se situaría el final del Paleolítico inferior y el principio del Paleolítico medio.
La dificultad está, como dije, en que la transición entre ambos periodos se produjo de forma suave, lo que dificulta su caracterización.
Y ¿Cuál es el criterio que marca el final del Paleolítico medio? Bueno, después trataremos este asunto. En este momento, nos basta con saber que el final del Paleolítico medio y el inicio del superior se produjo hace unos 50.000 años.
Pues bien, en el apartado anterior intentamos caracterizar el Paleolítico medio utilizando el criterio tecnológico. Es decir, que si rastreamos los yacimientos en busca de herramientas de piedra talladas por el método Levallois, esto nos permitiría saber si pertenecen o no a este periodo.
Desafortunadamente, vimos que este planteamiento era erróneo y necesitábamos buscar otro criterio. Eso es lo que vamos a hacer en este apartado, pero buscando algún ciclo climático que hubiera dejado alguna evidencia geológica en la que apoyarnos.
Si el Paleolítico inferior coincidía con el inicio del periodo geológico del Pleistoceno, ahora se podría hacer lo mismo… De echo, algunos autores sitúan el paso del Paleolítico inferior al medio, justamente en la frontera entre los periodos geológicos pleistoceno inferior y medio.
En el episodio discuto las transiciones del Pleistoceno basándome en:
- Las capas de lutitas y de Sapropel, el lodo oscuro del lecho oceánico que se forma debido a la nieve marina.
- La inversión magnética de Brunhes-Matuyama, que se produjo hace 773.000 años.
Claramente, estos límites no nos resultan de ninguna utilidad debido un problema que los arqueólogos denominan solapamiento cronológico: las fechas que derivan de unas seriaciones no coinciden con las de otras.
Por lo menos, hemos sido capaces de establecer un criterio razonable para definir la transición del Paleolítico inferior al medio. Pero todavía estamos muy lejos de poder caracterizar la del medio al superior. Eso es lo que intentaremos en el siguiente apartado.
Homínidos del Paleolítico medio
En el episodio 2 de esta segunda temporada, el dedicado al Paleolítico inferior, aparecieron muchas especies de homínidos prehistóricos. En concreto, las especies del género Homo: rudolfensis, habilis, ergaster/erectus, georgicus, floresiensis, luzonensis y antecessor.
Quizá, en el Paleolítico medio ocurra lo mismo. Quizá, en los yacimientos encontremos restos de una especie que nos sirva para caracterizar el periodo… Pues ya os adelanto que tampoco. Sin embargo, en el episodio de hoy, con esta excusa cuento muchas cosas interesantes del Homo neanderthalensis, del Homo denisoviensis y ya voy mencionando al Homo sapiens (pero este se queda para el próximo episodio).
H. Neanderthalensis
Si acudimos a la wikipedia, al anexo de los fósiles de la evolución humana, leeremos una interminable lista de huesos con su posible adscripción a una especie.
En el apartado correspondiente al Pleistoceno inferior, hace más de 775.000 años, los fósiles que aparecen con mayor frecuencia en los yacimientos son los correspondientes al Homo erectus. Y estos se distribuyen de forma más o menos homogénea por los continentes africano y asiático, excepto en la parte europea que aparecen unas excepciones notables.
Una de ellas es el Niño de la Gran Dolina. En este yacimiento de la Sierra de Atapuerca, en Burgos, España, apareció un cráneo parcial y otros restos de 900.000 años de antigüedad que se asignaron a la especie Homo antecessor.
La otra excepción es el Homo cepranensis, especie definida a partir de la parte superior de un cráneo descubierta en la localidad de Ceprano, en la región del Lazio italiano.
Ambos fósiles, tienen una antigüedad similar (entorno a esos 900.000 años) y fueron encontrados en contextos líticos similares, pertenecientes ambos al modo 1 u olduvayense. Lo que se planteó hacer con ellos fue lo de siempre: la perspectiva diversificacionista. Por si acaso, vamos a definir especies nuevas y más adelante veremos cómo y de qué forma las integramos.
Así se definió el Homo antecessor, para el Niño de la Gran Dolina, el Homo cepranensis para el otro. Sin embargo, por las características de la frente y de los dientes, quizá, pudieran estar más relacionados con homo erectus, sin embargo, otra vez, bien pudieran tratarse de los ancestros de los neanderthales, por otra parte, se aprecian rasgos modernos en los que se adivinan rasgos de los sapiens.
En la wikipedia, en la página del Homo antecessor, se dice que los ejemplares encontrados están incompletos y se corresponden con individuos jóvenes, por lo que cualquier interpretación es posible, desde que fuesen una rama lateral de erectus, hasta que se tratase del último ancestro común a neanderthales y sapiens, pasando por todo el espectro intermedio.
En este podcast hemos optado por seguir la linea sugerida por Fernando Díez Martín, en su libro Breve historia del Homo sapiens, que es, básicamente, la ya explicada. El Homo antecessor es una rama lateral del grado erectus barra ergaster, apartada de la linea evolutiva principal de nuestra especie.
Pero esta pequeña excursión nos sugiere que algo ocurría en Europa, algo ciertamente diferente de África, que impulsaba a la evolución en una dirección ligeramente distinta.
Y así llegamos al periodo geológico del Pleistoceno medio, que se inicia hace 775.000 años, más o menos, prolongándose sus efectos hasta hace 126.000 años. Aquí, para evitar confusiones, os recuerdo que empleamos la escala geológica del tiempo. Sin embargo, todavía estamos anclados al Paleolítico inferior en nuestra pequeña escala tecnológica.
Bueno, recordad, los cambios en el clima inducen cambios en las especies debido a la necesidad de adaptación. El Homo erectus ha sido una especie exitosa que se ha expandido por los continentes del Viejo Mundo. Sin embargo, en África, la evolución da otro salto que podemos observar en el registro fósil.
Precisamente, en la escala temporal de hace 600.000 años en adelante, encontramos unos fósiles repartidos por África y Europa que muestran características distintivas.
Esos yacimientos serán los de la localidad de Bodo, en Etiopía, de Kabwe, en Zambia, de Mauer, en Alemania, de Boxgrove y Swanscomb en Gran Gretaña, de Tautavel en los Pirineos Orientales franceses, de Petralona, en Grecia y, por supuesto, en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca en Burgos, España. Y así, siguiendo la tendencia diversificaconista, cada uno de ellos recibió su especie:
- El Hombre de Bodo,
- El Hombre de Heidelberg, por la mandíbula hallada en Mauer.
- El Hombre de Petralona
- El Hombre de Boxgrove, y
- El Hombre de Tautavel, estos últimos por los yacimientos de las cuevas de Arago y Tautavel en los Montes Pirineos.
Neandertal y sapiens
La discusión que sigue sobre el origen de los neanderthales y los sapiens ha sido tomada de este artículo del blog Paleoantropología hoy.
El análisis de los datos del apartado anterior revelaron que se trataba de restos cuya antigüedad iba desde los 900.000 años hasta los 200.000 o menos. Algunos fósiles podían pertenecer a erectus, pero recordaban a los neaderthales, aunque también mostraban parecidos con sapiens.
En la década de los años 60, se sabía que los fósiles africanos descendían del Homo erectus y se reconocía una gran diferencia entre éstos y los fósiles que estaban apareciendo por Europa, aunque todavía no tenían claro si asignarlos a nuevas especies.
No sería hasta los años 80, que se pudo fundamentar de forma rigurosa la existencia de una especie intermedia, ancestro común entre los neandertales y nosostros, los sapiens.
Lo que se propuso fue tomar como elemento representativo la mandíbula hallada en Mauer en 1908, por lo que esta nueva especie se conocería como Homo heidelbergensis. A ella se asignaron algunos fósiles chinos y otros africanos, como el de Bodo y Kabwe, en Zambia, que entonces se conocía como el cráneo de Broken Hill, una ciudad de Rhodesia. Lo menciono porque este nombre nos aparecerá después.
Sin embargo, el rasgo más importante es que aglutinaría todos los hallazgos europeos de ese rango de antigüedad, entre 600 y 200.000 años: Atapuerca, Arago, Tautevel y Petralona. Y así se configuraba el Homo heidelbergensis.
Sin embargo, algunos investigadores consideraron que los fósiles africanos correspondían a otra especie separada, el Homo rhodesiensis, mientras que los ejemplares europeos serían los verdaderos Homo heidelbergensis.
A todas estas, según se iban publicando más estudios, se sugirió que los fósiles de la Sima de los Huesos de Atapuerca, en realidad, estarían más evolucionados, situándose a medio camino entre los heidelbergensis y los neanderthales.
El debate no es sencillo, todas las posturas se apoyan en datos objetivos a la vez que muestran puntos débiles. La prueba es que la discusión, a día de hoy (en 2020), no está resuelto. Lo que está claro es que la definición de la especie Homo heidelbergensis podría ser un poco incoherente y resultar equívoca.
Un resumen de estos debates puede encontrarse en este artículo del blog Paleoantropología hoy, de Juan Manuel Fernández López. Aquí, básicamente, prevalecen tres posturas:
- La primera es que el Homo erectus sería la especie prevalente a lo largo del último millón y medio de años en el planeta, pero hace alrededor de 900.000 años, se desgajó una rama lateral que iría evolucionando en el Homo sapiens. Empezarían por subespecies arcaicas tempranas, seguirían arcaicas tardías, modernas tempranas, y modernas tardías, o sea, nosotros.
- La segunda postura, partiría de esa escisión entre erectus y otra rama. Pero esta rama sería la del homo rhodesiensis africano. Esta especie, en su expansión volvería desgajarse en la rama europea que daría lugar a los neanderthales, y el tronco principal de rhodesiensis, que antes de extinguirse evolucionaría a sapiens en África.
- La tercera postura nos contaría como el Homo heidelbergensis se escindiría de erectus hace 900.000 años y continuaría su evolución expandiéndose por África, Asia y Europa. Las diferentes condiciones del subcontinente europeo serían las que darían lugar a la división entre sapiens y neanderthales. Por tanto, el Homo heidelbergensis sería uno de esos últimos ancestros comunes (y digo uno, porque se especula con la existencia de otra especie todavía no hallada).
¿Y cuál de las tres explicaciones es la cierta? ¿Con cuál nos quedamos? Nosotros nos quedamos con la tercera postura, la defendida por nuestro autor de referencia: Fernando Díez Martín, el autor de Breve historia del Homo sapiens.
Homo heidelbergensis
Aceptada la tercera opción, hace alrededor de 600.000 años, tendríamos evidencia de esa nueva especie, el Homo heidelbergensis, que desde África protagonizaría una segunda ola migratoria fuera del continente.
En el libro de Lewis Dartnell, Orígenes. Cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad se cuenta cómo los periodos de variabilidad climática impulsan las diferentes migraciones de las especies. Esos periodos estaban causados por los ciclos orbitales de nuestro planeta y configuraron una “bomba climática” entre comillas, en el sentido de que los periodos alternantes de fases húmedas y secas extremas bombearon poblaciones africanas hacia Asia, Oriente Medio y la península Arábiga a través del río Nilo, el desierto del Sinaí y el Estrecho de Bab el mandeb que conecta la península con la costa de Somalia.
También se abrieron rutas directas desde el norte de África hacia Europa por los Estrechos de Gibraltar, de Messina y por el canal de Sicilia.
Cráneo de Homo heidelbergensis datado entre hace 300.000 y 200.000 años. Museo de Prehistoria de Valencia. Fotografía de Dorieo. [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Llegado un cierto periodo, el caprichoso clima cerró los pasos y dejó estas poblaciones aisladas, y con el tiempo, las peculiaridades del clima continental europeo moldearía al Homo heidelbergensis, transformándola en otra especie, los neanderthales. Pero eso sería mucho después.
De momento nos centraremos en el registro arqueológico, que nos deja muchísima información sobre el Homo heidelbergensis. De entrada, sabemos que se trataba de especímenes cuyo volumen craneal rondaba los 1250 cc, unos valores casi modernos. De casi 1,75 m de estatura y 62 kg de peso los machos.
El cráneo es una mezcla de rasgos modernos y arcaicos, cómo no. Presenta marcadas crestas supraorbitales que dan lugar a un rostro cuadrado, con un orificio nasal bajo y ancho, y un ligero prognatismo facial acentuado por unas robustas mandíbulas.
Con el tiempo, estos rasgos irán evolucionando hacia los del Homo neanderthal, sin embargo, en estos estadios iniciales, las características físicas se parecen más a las del Homo rhodesiensis.
La sima de los huesos en Atapuerca
¿Y cómo sabemos todo esto? Pues gracias a un yacimiento espectacular que se halla en la Península Ibérica, en la sierra de Atapuerca, en Burgos: la famosa Sima de los Huesos.
En este yacimiento de alrededor de 400.000 años de antigüedad se han encontrado numerosos huesos de animales junto con los esqueletos completos de más de 30 especímenes, de ambos sexos y edades variadas, de Homo heidelbergensis. De hecho, el estado de conservación es tan bueno que disponemos, incluso, de huesecillos del oído.
Todo esto nos permite afirmar que disponían de un aparato fonador parecido al nuestro, esto nos hace presuponer que también fueron capaces de desarrollar un lenguaje similar, en el sentido de que les podemos presuponer un comportamiento simbólico.
A todo esto que acabo de decir debemos poner muchas comillas. Similar no es idéntico. Similar significa que necesitaron inventar un lenguaje para vehiculizar las primeras manifestaciones artísticas.
Quiero decir, lo que ahora suponemos que fueron las primeras manifestaciones artísticas en forma de trazos geométricos, bifaces más refinados que los precedentes y unos controvertidos, sin duda, esbozos antropomórficos. Pues todo ello requirió de un aparato fonador muy avanzado, parecido al nuestro.
De hecho, una posible interpretación del yacimiento de la Sima de los Huesos es, precisamente esa, la de la primera evidencia un enterramiento colectivo ya que no se aprecian evidencias de canibalismo, ni parecen estar ahí por causas naturales. De hecho se especula con que uno de los ejemplares sea el primer caso documentado de homicidio en la historia de la humanidad, ya que el cráneo recibió dos golpes en el lado izquierdo con el mismo objeto en ángulos distintos, lo que sugiere que fueron asestados por una persona diestra.
Excalibur, el bifaz de cuarcita de la Sima de los Huesos en Atapuerca. La herramienta mide 15 cm. Fotografía de UtaUtaNapishtim. [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
En la propia Sima se descubrió un único bifaz de cuarcita tallado de vivos colores rojo y amarillo. Este notable artefacto ha sido bautizado como Excalibur y se encuentra expuesto en el museo de la Evolución Humana de Burgos.
En efecto, Excalibur podría ser la primer ofrenda a los muertos documentada en la historia de la humanidad.
Cómo vivían en el Paleolítico
Todas estas cosas nos hablan de un incipiente interés estético y del nacimiento de códigos abstractos en el entramado cultural. Sin embargo, este asunto del mundo simbólico lo guardaremos en la memoria para después, porque será importante.
La presencia de bifaces ya nos coloca en el modo tecnológico 2 o achelense. Estas herramientas, junto con otros artefactos líticos más pequeños, han dejado huella en las actividades cotidianas de tales poblaciones.
Sin embargo, también se ha documentado el uso de artefactos de madera. Por fin disponemos en el registro arqueológico de materiales perecederos cuyas huellas han sobrevivido hasta nuestros días. Entre los elementos más notables aparecen dos: el uso de embarcaciones fluviales y el uso de lanzas. Se han hallado lanzas de madera de más de dos metros de longitud y pensamos que fueron diseñadas para ser utilizadas en la caza, a modo de jabalina.
¿Y qué sabemos que utilizaban estas primitivas poblaciones? Pues el fuego. También disponemos de evidencia de la construcción de cabañas o hábitats dotados de hogares para el control del fuego.
Y todo ello nos deja una imagen del Homo heidelbergensis como una especie adaptada al frío y a los rigores de las glaciaciones. Lógicamente, en ciertas épocas del año, escaseaban los vegtales por lo que la especie debió basar la superviencia del grupo en la caza, de ahí la abundancia de lanzas arrojadizas.
Necesariamente, los grupos humanos se debieron estructurar como bandas móviles capaces de desplazarse hacia territorios más benignos cuando el frío apretaba.
Finalmente, el fuego, los artefactos simbólicos y la capacidad para el lenguaje nos habla de un contexto de intensa cohesión social.
Origen de los Neanderthales
Hace unos 900.000 años, el Homo erectus evolucionaría a una nueva especie, el Homo heidelbergensis, que sería la que protagonizaría la segunda salida de África transportando con ella los artefactos achelenses.
Recreación de una escena cotidiana entre dos neanderthales. Museo de Historia Natural de Viena (Austria). Fotografía de Wolfgang Sauber. [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Estamos bastante seguros de que la llegada de esta nueva especie a Europa, desde África, se produjo hará unos 500.000 años. Estas poblaciones desplazarían al Homo antecessor y se convertirían en los únicos pobladores de estas heladas tierras hasta muchísimo tiempo después.
Pero, como siempre, el clima impulsó un nuevo proceso de especiación que daría lugar a otra escisión en el Homo heidelbergensis, si la primera rama fue la que derivaría en los Humanos modernos, esta segunda daría dos frutos: el Homo denisoviensis y el Homo neanderthalensis.
Sobre los denisovanos tenemos poca información. Al contrario de lo que ocurre con los Neanderthales. En el registro fósil, como el de la Sima de los Huesos, por ejemplo, podemos apreciar una lenta evolución de los heidelbergensis hacia los neanderthales, tanto es así que se denominan pre-neanderthales.
Sin embargo, por el rango de fechas, situamos el final del Paleolítico inferior en un entorno ente los 400.000 y los 220.000 años, y la llegada de heidebergensis a Europa se produjo hace 500.000, y los restos de la Sima de los Huesos datan de unos 400.000 años. Y por si fuera poco, la tecnología empleada es achelense. Ni rastro de nada más evolucionado.
Así que, el Homo heidelbergensis queda firmemente anclado al Paleolítico inferior, por lo que no nos sirve para nuestro objetivo: caracterizar el Paleolítico medio.
Definición de Neanderthal
Ha llegado el momento de tratar en profundidad a los neanderthales. Como he comentado, esta especie surge de una lenta evolución del Homo heidelbergensis que culmina hará unos 200.000 años.
Cuando el Homo heidelbergensis llega a Europa, hace ese medio millón de años, en efecto nos encontramos en uno de los máximos de un ciclo glaciar extremo. Pero eso no hizo desaparecer los veranos.
Cuadro mostrando una escena cotidiana de los neanderthales de la Cueva de Le Moustier. Obra de Charles R. Knight. [Dominio Público]
, via Wikimedia Commons.
Si escuchamos de nuevo el apartado de los ciclos de Milankovich, del episodio 2 de la temporada 2, lo que predomina es la variabilidad climática. En los máximos glaciares, o Edades del Hielo, lo que tendremos serán inviernos de temperatura extrema, junto con veranos cortos y frescos, incapaces de derretir los hielos más al norte. Justo lo contrario de lo que ocurre en los periodos inter-glaciares. Veranos de temperatura extrema, alternados por inviernos suaves.
Pues bien, el Homo heidelbergensis y por extensión el Homo neanderthalensis vivirán durante el último periodo glacial, que finalizó hará unos 10.000 años. Y el reto que debieron afrontar fue ese, el de la variabilidad del clima.
Las latitudes desde el paralelo 60 hacia el norte estarán cubiertas por el hielo perpetuo. Con el invierno, esa barrera helada, avanzará inexorable hacia el sur, como un muro blanco, devorándolo todo a su paso y dejando el paisaje como un desierto helado. Esto nos convierte a Suecia, Noruega, Rusia, desde San Petersburgo hacia el norte, Siberia y la península de Kamchatka, como un desierto de hielo.
Al sur de esta barrera de hielo, sólo podrá existir un paisaje de tundra glaciar. Hoy en día no disponemos de un ejemplo que ilustre semejante hábitat. Bueno digo hábitat por decir algo ya que se trata de una estepa helada, recorrida por gélidos vientos, en la que sólo pueden vivir líquenes y musgos.
Para que nos hagamos una idea, en esa época, Irlanda y las Islas británicas estaban unidas al continente por una llanura. Pues bien, esa llanura, Francia, la Europa Central, las repúblicas colindantes a Rusia, como Ucrania y Kazajistán, Mongolia y el norte de China, formarán parte de esa tundra glacial que he descrito. La vida será imposible en esa franja que se extenderá prácticamente hasta el Mar Negro. Y por supuesto, esto incluirá las grandes cordilleras que se encuentren más al sur: los Alpes, el Cáucaso y los Pirineos.
Sin embargo, durante el verano, la tundra retrocederá hacia el paralelo 60. En ese breve lapso, las regiones del sur del continente euroasiático se cubrirán con un manto boscoso de árboles caducifolios bajo el que la vida animal florecerá y prosperará por breves meses en los que se prepararán para el gélido regreso del invierno.
Neandertales en Gibraltar y Atapuerca
Pues estas serán las condiciones que debieron afrontar, las poblaciones neanderthales en su expansión por el continente. Y esto influyó de una forma peculiar sobre los mapas genéticos de los seres humanos que habitaron estas regiones. Tal escenario se conoce como Modelo de fuentes y sumideros; y lo he encontrado en nuestra ya habitual referencia, el blog Paleoantropología hoy.
Cuando el ciclo climático permita inviernos razonables, las poblaciones de heidelbergensis primero y neanderthales después se extenderán por las zonas de Europa y Asia que he nombrado. Sin embargo, cuando las edades del hielo se manifiesten en toda su crudeza, durante los inviernos los pobladores se desplazarán hacia el sur y hacia el Mediterráneo. El problema es que, salvo en ciertos abrigos rocosos y localizaciones específicas, como la Sierra de Atapuerca o Gibraltar en la Península Ibérica, todas las poblaciones morirán de hambre y de frío por la falta de alimento. Esta es la parte del sumidero del modelo. El frío será el sumidero de la población.
Arte neanderthal del Paleolítico medio. Conchas de caracol perforadas encontradas en los niveles superiores del «Abric del Romaní», yacimiento neanderthal situado en Capellades, España. Fotografía del Museo de Arqueología de Cataluña. [Dominio Público]
, via Wikimedia Commons.
Y cuando los ciclos se muestren benignos, las poblaciones de tales abrigos serán las que repueblen el territorio. Esas serán las fuentes demográficas del modelo. De este modo, la variabilidad de los rasgos de la especie se verá favorecida por las sucesivas dispersiones, fragmentaciones y recombinaciones de los ADN de las poblaciones.
Cómo vivían los neanderthales en el Paleolítico medio
El resultado fue una especie, el Homo neanderthal compuesta por ejemplares robustos, con tórax en forma de barril, potente musculatura, extremidades cortas, de 1,65 m de altura y rondando los 70 kg de peso.
Quizá, el rasgo que más me llama la atención es el cráneo ya que su volumen es el mayor registrado en todas nuestras especies: 1550 centímetros cúbicos, mayor que el de los Homo sapiens modernos. El resto del cráneo también era diferente, tenían la frente huidiza y unos toros supraorbitales marcados, nariz plana y amplia con aletas prominentes y no tenían apenas barbilla.
Este apartado dedicado a la forma de vida y organización social del Homo neanderthalensis lo he tomado del podcast Las historias de Khulmani, del episodio que dedica a los Neanderthales (y que os recomiendo que escuchéis).
Khulmani es el alter ego de Millán Mozota, un investigador profesional de la prehistoria. Si os apetece, en este enlace, podéis consultar su trabajo.
Según nos cuenta el amigo Khulmani, los neanderthles eran unos cazadores-recolectores típicos del paleolítico. Al principio se pensaba que en su dieta predominaba la carne, sin embargo hoy sabemos que se dedicaban también a la pesca y al forrajeo de vegetales, aunque estaban especializados en la caza grupal de grandes animales. En realidad, esta dieta variada es típica de bandas muy móviles, que se desplazan por un amplio territorio explotando los recursos que encuentran.
Otro hecho muy significativo para las discusiones que tendremos después será la capacidad simbólica y las manifestaciones artísticas. De momento, nos quedamos con lo que el amigo Khulmani nos cuenta, y es que en lugares habitados tna solo por neanderthales se han encontrado manifestaciones que interpretamos, no sin cierta polémica, como arte.
Polémicas aparte, sí que disponemos de adornos personales, pigmentos y estructuras construidas en lugares inhabitables, que suponemos fueron santuarios, que constituyen indicios sólidos de la capacidad simbólica de esta especie.
Finalmente, dado que ríos de tinta se han escrito sobre la extinción de los neanderthales, Khulmani apunta a que no hubo una causa, sino que se tiende a interpretarlo todo como una explicación en la que intervienen muchos factores. Los principales fueron la combinación de una fase particularmente fría del ciclo climático junto con la llegada del Homo sapiens.
Se piensa que el Homo neanderthalensis tenía una demografía muy baja que no sobreexplotaba los recursos alimenticios, para lo que era necesario un gran territorio disponible. Cuando esta circunstancia cambió, la extinción se volvió inevitable.
Del episodio me gustó especialmente la frase con la que Khulmani termina. Se trata de una pregunta lanzada al aire, pero que es perturbadora. Los neanderthales sobrevivieron 300.000 años ¿Nosotros duraremos tanto?
Los denisovanos
Hace un rato comenté que las poblaciones de Homo heidelbergensis llegaron a Eurasia hará unos 500.000 años, y que las condiciones imperantes forzarían una nueva especiación en dos ramas: la de los neanderthales, que acabamos de ver, y la de los denisovanos. En puridad sería Homo denisoviensis, pero me resulta más cómodo el otro nombre.
Allá por el Asia central hay una cordillera que hace de frontera natural entre Kazajistán, Mongolia, China y la Siberia Rusa. Esa cordillera se conoce como Montes Altái, y en la vertiente siberiana de esta cordillera había un sistema de cuevas.
En este marco es donde transcurre la historia de los Viejos Creyentes, de Nikita Mínin y del profeta Avvakum que conté en el episodio.
Los Viejos Creyentes en la actualidad. «Te Deum» según el Viejo rito ortodoxo. [CC BY-SA 3.0]
, via Wikimedia Commons.
Aquí os dejo las referencias a Colonia Ofir en Uruguay.
Cueva denísova
En el episodio conté (de forma un poco adornada, eso sí) el origen del nombre de la Cueva Denísova, el hogar del monje Dionisio que huyó los Montes Altái.
Entrada de la Cueva Denísova. [Dominio Público]
, via Wikimedia Commons.
Cuando los arqueólogos empezaron a hacer sus cosas estratigráficas, esas que conté en el episodio del Homo naledi, identificaron una secuencia de 22 estratos descendentes, que comenzaba con la ocupación del monje Dionisio y se iba hasta, quizá, los 287.000 años de antigüedad. Y en esos estratos aparecieron restos de animales: mamíferos de todos los tamaños, leones de las cavernas, por ejemplo, restos de reptiles, pájaros y otros vertebrados. También encontraron polen entre los sedimentos de la cueva y todo ello fue usado, junto con técnicas radiométricas para establecer una secuenciación muy precisa de la ocupación del lugar.
El rasgo más interesante de la cueva de Denísova: es el único lugar en el mundo, que sepamos, habitado por tres especies humanas: neanderthales, denisovanos y sapiens, a diferencia, por ejemplo, de los yacimientos de Atapuerca, en España, que contienen dos especies: Homo heidelbergensis y neanderthales.
Sabemos que la Cueva Denísova fue habitada por los denisovanos en una horquilla que abarca desde los 287.000 hasta los 55.000 años, y por los neandertales entre los 193.000 y los 97.000 años. Por supuesto, después vinieron los sapiens. No está claro que la convivencia fuera simultánea. Los estudios genéticos realizados indican que siempre se trató de poblaciones reducidas y muy endogámicas, por lo que puede que sí convivieran, pero puede que no.
Lo que me interesa destacar de estos hallazgos son dos cosas: una que me servirá para después, que es la evidencia de la fabricación o talla de adornos personales, y otra que tuvo un gran eco mediático y también cambió nuestra percepción de la evolución del ser humano.
Inventos del Paleolítico medio
La primera, la de la fabricación de artefactos, se refiere a que en los estratos aparecieron las cosas normales y esperables: tallas líticas de estilo musteriense y Levallois, que permiten asignar un contexto tecnológico del modo tres.
Sin embargo, según nos acercamos a la frontera temporal de hace unos 50.000 años, empezamos a ver cosas nuevas en el registro arqueológico. Por ejemplo, una aguja de coser hecha de hueso de pájaro que podría indicar que estas poblaciones se procuraban ropa, y, atención que esto pudiera ser algo muy relevante, objetos decorativos y ornamentales.
En efecto, se han hallado figurillas fabricadas en hueso, en colmillo de mamut, en dientes de animales e incluso en cáscara de huevo de avestruz. Sin embargo, el más espectacular es un brazalete de piedra verde pulida que se empleó como adorno personal. Hasta este momento, en el podcast, nunca habíamos nombrado algo similar.
Por último, recientemente, en 2019, arqueólogos rusos han descubierto una estatuilla de un león de las cavernas hecha de colmillo de mamut lanudo, y recubierta de pigmentos ocres que tiene una antigüedad estimada de entre 40 y 45.000 años. Esta podría ser la representación zoomorfa más antigua hallada hasta la fecha en todo el mundo y es significativo que sea en un contexto denisovano. En esto, el Homo sapiens nada tuvo que ver.
Pues bien, todo ello nos indica que en ese límite temporal, de hace unos 50.000 años, cuando empezó el Paleolítico superior, algo debió ocurrir a nuestra especie porque empezamos a encontrar cosas que pudieran ser catalogadas como arte.
ADN denisovano
El segundo descubrimiento por el que son famosos los denisovanos tiene que ver con la genética y nos va a permitir retomar el hilo del episodio.
Los pocos restos humanos encontrados en la cueva, nos permiten afirmar que los denisovanos eran, morfológicamente parecidos a los neanderthales, pero quizá con un arco dental un poco mayor y el cráneo más expandido lateralemente. Sin embargo, los descubrimientos más importantes han corrido a cargo del prestigioso genetista Svante Päävo, que secuenció el mapa genético de los pobladores, a partir del ADN mitocondrial extraído de las muestras.
Estos estudios han permitido rastrear los genes denisovanos descubriendo que se pueden encontrar restos en poblaciones vivas de la actualidad, en especial los aborígenes del norte de Australia y de archipiélagos cercanos, lo que indica que los denisovanos se emparentaron con los antepasados de los actuales pobladores de Asia y Oceanía. En este sentido, estas poblaciones comparten un 4 o 5% de genes con los denisovanos al igual que los europeos contamos con un 2,5% del genoma heredado de los neanderthales.
Aunque lo más llamativo de estos estudios sea, quizá, la evidencia de episodios de hibridación entre especies, su principal utilidad es la estimación de la divergencia entre las mismas. Es decir, que está bien saber que parte de nuestro genoma es neanderthal y todo eso. Pero lo que más nos interesa en el episodio, es estimar cuándo divergieron las especies unas de otras.
Pues bien, la ciencia viene a echarnos una mano en este campo. En realidad dos manos: la primera nos ayuda y nos ilumina en la comprensión de los fenómenos, en cambio la segunda nos deja perplejos y sin saber muy bien qué hacer.
El caso es que gracias a los trabajos del genetista que he nombrado antes, los estudios de ADN mitocondrial muestran que hace entre 750.000 y un millón de años, un tronco común del género Homo se escindió. Pensamos que ergaster/erectus sería ese último ancestro común que se dividiría en dos ramas: una daría lugar a los Homo sapiens y la otra continuaría su camino evolutivo independiente. Así, con el correr del tiempo surgiría la especie del Homo heidelbergensis, que hace unos 600.000 años se volvería a escindir en neanderthales y denisovanos, ambas ramas extintas hoy en día.
Esta era la parte de iluminación en la comprensión, ahora viene la mano que apaga la luz. Resulta que si estudiamos el ADN nuclear, que se transmite sólo por vía materna, los resultados son un poco diferentes. Bueno, bastante diferentes, para qué nos vamos a engañar. O sea, si nos fijamos en estos estudios, el último ancestro común sería, en efecto, el Homo erectus. Sin embargo, este tronco se escindió muy pronto en la rama que daría lugar a los denisovanos y en la rama que daría lugar a los heidelbergensis. Después ésta última se volvería a escindir en neanderthales y sapiens.
A ver, el marcador global de la eliminatoria tampoco cambia demasiado: la primera salida de África la protagoniza ergaster/erectus y todas las ramas laterales se extinguen excepto sapiens. La diferencia más importante sería que en el primer caso, el Homo sapiens no descendería del Homo heidelbergensis, pero en el segundo sí.
Más allá de estas contradicciones, lo que los estudios genéticos revelan y que me gustaría resaltar aquí, es que las tres ramas laterales convivieron en el espacio y en el tiempo, y que han dejado huella en forma de hibridaciones. Lo que nos oscurece el panorama, quizá, sea el concepto de especie. Si especie se define como el grupo de individuos que puede tener descendencia fértil, es complicado hacerse una idea de las ramas, ramitas, troncos y tronquitos de la evolución. Sin embargo, debemos recordar que todos estos nombres del género Homo, muchas veces, se emplean a conveniencia: si me interesa resaltar diferencias, entonces definimos especies distintas, si no, elegimos troncos más comunes.
Y creo que este es el caso. Algunos expertos coinciden en que el hallazgo de híbridos entre especies no es nada infrecuente, por ejemplo el caso de Denny en Denísova. Esto, junto a la evidencia de la mezcla entre genomas en las poblaciones actuales nos indica que debemos tener la mente abierta a un concepto de especie fluido, en el que todas las poblaciones recibían aportes genéticos de sus vecinas.
Resumen del Paleolítico medio
Hemos llegado al fin del programa, por lo que conviene hacer un resumen de todo lo aprendido.
En registro arqueológico se aprecia un cambio en el periodo que va desde hace 400.000 años hasta hace 220.000 años. Es en ese intervalo cuando situamos el final del Paleolítico inferior y el principio del Paleolítico medio.
El criterio que tomaremos para marcar la transición será el desarrollo cerebral indicado por la aparición del modo tecnológico 3 o musteriense.
La novedad técnica que aparece se llama predeterminación de los núcleos, y tenía que ver con la capacidad del artesano de visualizar en su mente la pieza final, y en función de ella, seleccionar y preparar los núcleos y las tallas, de forma sistemática y mediante un proceso repetible, que además era transmitido mediante la cultura. Entonces, la aparición de ese modo 3 o musteriense es lo que se toma como inicio del periodo, aunque, queremos recordar, que con él coexistieron las tecnologías olduvayenses y achelenses.
Pero bueno, más allá de las herramientas, el registro arqueológico también muestra importantes cambios en el comportamiento social y en las estrategias de caza de los homíninos.
Por ejemplo, los estudios regionales del Oriente medio, revelan que empiezan a ser construidos asentamientos más permanentes, aunque sea estacionales, cerca de fuentes de agua permanentes, a diferencia de los asentamientos al aire libre típicos del Paleolítico inferior. Esto conlleva a un uso más intensivo del fuego.
Y ¿Cuál es el criterio que marca el final del Paleolítico medio? Pues se trata de la aparición del comportamiento moderno.
El comportamiento moderno es la agrupación de unos rasgos muy característicos que diferencian a los humanos modernos de sus antecesores. Sería, en sentido amplio, lo que nos convierte en humanos de pleno derecho.
Estos rasgos, que tienen como base el lenguaje son: el pensamiento simbólico, la elaboración de conceptos abstractos, el arte y la creencia en las religiones y en el más allá. De este modo tendríamos un rasgo, el lenguaje, que nos diferenciaría de los animales y otro, el comportamiento moderno, que es el que nos convertiría en humanos.
Entonces, tomando este criterio, diríamos que el Paleolítico Superior empieza cuando en el registro arqueológico aparecen evidencias del comportamiento moderno, esto es: enterramientos rituales, ajuares funerarios, adornos personales, arte en forma de figurillas o pinturas, el arte rupestre…, en fin, cosas que nos confirmen la creencia en el más allá o en conceptos abstractos de las especies que estemos estudiando.
Pues bien, en los yacimientos datados en hace más o menos 50.000 años hacia adelante, estamos completamente seguros de haber encontrado evidencias sólidas de ese comportamiento moderno. No ocurre lo mismo en los anteriores: quizá sí, quizá no. ¿Fue la Sima de los Huesos, en Atapuerca, un yacimiento datado hace más de 400.000 años, la primera evidencia de ritual funerario que conocemos? Quién sabe.
Y aquí se resume el porqué este periodo que estamos estudiando, el Paleolítico medio, es tan polémico. Se inicia como una evolución gradual del desarrollo cerebral, manifestado en la aparición paulatina del modo musteriense, que es una evolución del achelense que ocurrió hace aproximadamente entre 400 y 220.000 años.
Desde esa época, las estructuras anatómicas de las diferentes especies humanas, el cerebro y el aparato fonador, van adquiriendo la madurez suficiente para desarrollar el pensamiento simbólico y la capacidad de abstracción. Este proceso sabemos que finaliza hará unos 50.000 años, cuando ya disponemos de evidencias claras de ello.
Bibliografía
Además de la wikipedia, para el programa, he utilizado libros de verdad. Aquí están:
- Gordon Vere Childe (1974). “Los orígenes de la civilización” Ed. Fondo de Cultura Económica de España.
- K.M. Price (2009). One vision, one faith, one woman: Dorothy Garrod and the crystallisation of prehistory. En R. Hosfield, F.F. Wenban-Smith & M. Pope (eds.)
- R. Shimelmitz y S. Kuhn (2017). Shifting understandings of the Acheulo-Yabrudian complex and the Lower to Middle Paleolithic transition at Tabun Cave.
- M.-L. Inizan, M. Reduron-Ballinger, H. Roche y J. Tixier (1999). Technology and Terminology of Knapped Stone. Cercle de Recherches et d’Études Préhistoriques.
- F. Díez Martín (2011) Breve historia del Homo sapiens. Ediciones Nowtilus.
- F. Díez Martín (2003) La aplicación de los “modos tecnológicos” en el análisis de las industrias paleolíticas. Revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla, nº 12. Págs. 35–52.
- L. Dartnell (2019) Orígenes. Cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad Editorial Debate.
- B. G. Trigger (1992) Historia del pensamiento arqueológico. Editorial Crítica.
La música del programa es de Dan O’Connor. Las canciones por orden de aparición son:
- Sunspark,
- Forgive me great spirit,
- Canvas 9,
- Autumm boy,
- Y para cerrar, Undiscovered Creature en versión instrumental y después en vocal.
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