Hoy vamos a hacer una historia de la prehistoria. Pero no vamos a ver sus etapas o edades, sino que nos fijaremos en el concepto mismo de prehistoria. ¿Qué significa, quién inventó esa palabra y cómo llegó a ser tan conocida?
En este viaje al pasado, también comprobaremos cómo ha evolucionado nuestra percepción de los primeros estadios de la humanidad, desde el nacimiento de la arqueología científica -allá por el siglo XIX- hasta tiempos bastante recientes.
Y por el camino os contaré cotilleos sobre historiadores y sobre la época que les tocó vivir. Así entenderéis los porqués de ciertas teorías y concepciones sobre la prehistoria que todavía hoy permanecen instaladas en nuestras mentes.
Los detalles técnicos aburridos, como los nombres de las especies humanas, sus huesos y las tecnologías líticas que emplearon se quedarán para otro día.
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Índice de contenido
- 1 Historia de la prehistoria
- 2 Qué es la prehistoria?
- 3 Etapas de la prehistoria
- 4 Sistema de las tres edades de Thomsen
- 4.1 Christian Jürgensen Thomsen
- 4.2 Cronología de la prehistoria
- 5 Evolución cultural
- 5.1 Evolución cultural del ser humano en la prehistoria
- 5.2 El éxito del sistema de tres edades de Thomsen
- 5.3 Cómo vivían de verdad en la prehistoria
- 5.4 Evolucion socioeconómica y cultural del ser humano
- 5.5 El sistema de las tres edades se extiende a Gran Bretaña
- 5.6 Sucesión ecológica en la arqueología
- 5.7 Críticas al sistema de tres edades
- 5.8 Cronología bíblica
- 5.9 Prehistoria en el norte de Europa
- 6 Historia del paleolítico y neolítico
- 7 Prehistoria y las primeras etapas de la humanidad
- 8 Culturas arqueológicas
- 9 Bibliografía y referencias
Historia de la prehistoria
La ciencia de la arqueología se inventó hace ya más de 200 años. Uno de sus principales logros consiste en haber sido capaz de crear una cronología de la prehistoria que nos permite comprender mejor esta primera edad en la que nació el ser humano. Tal cronología se denominó Sistema de las Tres Edades y la versión del que he empleado en el podcast está en el artículo en versión inglesa de la wikipedia.
Edad | Periodo |
---|---|
Piedra | Paleolítico inferior Paleolítico medio Paleolítico superior |
Mesolítico | |
Neolítico | |
Bronce | Calcolítico |
Edad del Bronce | |
Hierro | Edad del Hierro |
El criterio para crear las divisiones de piedra, bronce y hierro tuvo que ver en sus inicios con la tecnología de fabricación de las herramientas encontradas en los yacimientos arqueológicos. Después, cada edad se dividirá en más periodos que se caracterizarán por una tecnología de fabricación de herramientas, por un tipo de economía y por un tipo de sociedad propia.
Con el tiempo, el Sistema de las Tres Edades se ha transformado en algo muy complejo que se resume en la tabla de culturas prehistóricas del Viejo Mundo.
El objetivo del episodio es explicar cómo se transformó el Sistema de las Tres Edades en tal monstruosidad de ocho columnas y veintitrés filas llenas de nombres raros.
Qué es la prehistoria?
Según la definición clásica, la prehistoria es el período de tiempo transcurrido desde la aparición de los seres humanos hasta la invención de la escritura.
Los expertos coinciden en que la escritura nace como tal en algún momento de mediados del IV milenio a.C., en el área geográfica de Mesopotamia, en el Oriente Próximo.
La Prehistoria no es única
Con esta definición que hemos tomado, resulta que hay una Prehistoria para cada región del mundo que estemos estudiando.
Así, en Mesopotamia, la prehistoria termina en el IV milenio a.C., pero en Europa, en África y en América lo hacen en periodos diferentes. Por lo que no hay una única prehistoria. La prehistoria africana es distinta de la prehistoria china, europea o americana. Y dentro de cada región, también pueden haber diferencias. Este es el motivo que la tabla de culturas prehistóricas por regiones sea tan compleja.
Datación absoluta y relativa de la prehistoria
Antes del siglo XIX, los estudiosos de la antigüedad no podían estimar la edad de los hallazgos de ningún modo. Debían basarse en leyendas locales, en escritos de los clásicos o en análisis comparativos.
Esto impedía crear lo que hoy llamamos cronologías absolutas, sobre todo para los periodos anteriores a los tiempos bíblicos. Es decir, no podían situar eventos en el tiempo de forma exacta. En su lugar, lo que hacían era crear cronologías relativas que se organizaban en etapas o estadios.
Entonces, si tenías varias cronologías relativas, como por ejemplo la bíblica, la romana o las griegas, podías buscar eventos comunes para hacer coincidir las etapas de estas cronologías. Pero ¿Qué hacer con los tiempos de los que no tenemos disponíamos de registros escritos?
Bueno, pues estamos de suerte. Los primeros arqueólogos no tuvieron que inventar nuevas cronologías relativas, ya que la costumbre de dividir las primeras etapas de la humanidad en edades, no era algo nuevo. Como siempre, los griegos se habían adelantado a todo el mundo.
Etapas de la prehistoria
En efecto, la partición del tiempo histórico en etapas sucesivas es muy vieja. No fue una idea de los arqueólogos del siglo XIX. Como siempre, fueron los filósofos helenos de la antigüedad los primeros en plantearse estas cuestiones.
Las Cinco Edades de la historia
La primera referencia escrita a una sistema de edades para describir las etapas por las que ha pasado la Humanidad aparece en el poema llamado Trabajos y días de Hesíodo, escrito alrededor del año 700 a.C. Esta obra es un compendio de tradiciones orales que considera que el ser humano ha ido evolucionando a lo largo de cinco etapas o edades: la de oro, de plata, de bronce, la edad de los héroes y la edad del hierro.
Hesíodo y la Musa. Cuadro de Gustave Moreau pintado en 1857. [Public domain], via Wikimedia Commons.
Otra referencia posterior a este sistema de cinco edades se hace en el diálogo del filósofo griego Platon dedicado a la Política.
Y, de nuevo, en el poema de Las metamorfosis de Ovidio aparecen las edades. Solo que para el poeta romano, sólo existen cuatro: de oro, de plata, de bronce y de hierro.
Metamorfoseos y transformaciones de Ovidio. Imágenes de D. José Assensio (1805). Biblioteca Nacional de España. [Public domain], via Wikimedia Commons.
La característica común a estos mitos es que hay una evolución de la humanidad desde un pasado remoto e ideal en el cual los seres humanos vivían como los dioses, sin conocer fatiga o miseria, siempre jóvenes, alegres y en perpetua celebración.
¿Y hacia dónde se dirige esa evolución? Pues hacia la degradación moral y religiosa. Cada edad es peor que la anterior, así, desde la edad de oro, en la que somos casi dioses, vamos cayendo poco a poco hasta alcanzar la edad del hierro. Una época de privación y sufrimiento donde los hombres han abandonado la religión y en el mundo reina el desorden.
En cualquier caso, este mito llama la atención por la idea de progreso. Bueno, por su contrario más bien: la evolución se entiende en sentido de degradación de la humanidad.
Y por cierto, un detalle curioso. El mito de la caja de Pandora también viene recogido por Hesíodo en el poema que he citado, Trabajos y días. Precisamente, fue Pandora, al abrir la caja, la que libera los males en el mundo y pone en marcha este camino de degradación.
Sistema de las Tres Edades
Pero este no fue el único modo de enfocar la cuestión. Allá por el siglo I a.C., vivió un filosofo romano llamado Lucrecio.
Lucrecio perteneció a la escuela epicúrea, de hecho, la obra que mejor recoge los fundamentos de esta filosofía es su poema De rerum natura, que traducido significa “Sobre la naturaleza de las cosas”.
Una elegante copia manuscrita del poema de Lucrecio, De rerum natura. [Public domain], via Wikimedia Commons.
En este poema, precisamente, Lucrecio le da la vuelta al planteamiento de las edades. La evolución no se entenderá como degradación sino como progreso.
El universo -piensa Lucrecio- está compuesto de átomos en movimiento por el vacío. Por ello, la naturaleza del mundo se altera con el paso del tiempo. Todo ha de pasar a través de fases sucesivas. Nada permanece para siempre como fue.
La madre de la humanidad es Venus, que posibilita la aparición del ser humano por generación espontánea a partir de la tierra. Y al igual que el individuo madura, nosotros los humanos, como especie, debemos evolucionar pasando por etapas sucesivas. En palabras de Lucrecio:
Primero, nuestras armas más tempranas fueron manos, uñas y dientes. Después vinieron piedras y ramas arrancadas de los árboles, y el fuego y la llama en cuanto fueron descubiertos. A continuación el hombre aprendió a usar el resistente hierro y el cobre. Con el cobre labró el suelo. Con el cobre avivó las estruendosas olas de la guerra. Entonces, poco a poco, la espada de hierro pasó al frente; la hoz de bronce cayó en desgracia cuando el arado comenzó a hendir la tierra con el hierro.
De estos pasajes es de dónde se extrae la secuencia de las tres edades. Primero, la de piedra, después de la del bronce y después la del hierro. Supongo que no menciona la del cobre porque el bronce es una aleación que se obtiene este metal y del estaño.
El sistema, junto con el hecho de que en la Biblia se mencionan con claridad que las armas de bronce de egipcios y cananeos son anteriores a las de hierro de los romanos, ayudaron a unir las edades de Lucrecio a la idea de progreso.
El mito del progreso
¿Pero porqué se divide la prehistoria en Edad de Piedra, de Bronce y de Hierro en lugar de Oro, Plata y Bronce? Ambas narrativas, en realidad son parecidas. Proponen la evolución de las sociedades en etapas sucesivas, pero una esta asociada a la idea de degradación y otra está asociada al progreso.
De este modo se introduce el concepto de “evolución cultural o social”. Las sociedades -las culturas- cambian a lo largo del tiempo siguiendo etapas sucesivas. Sin embargo, hasta el siglo XIX ambas secuencias de edades no se empleaban para clasificar periodos en la historia.
Durante el siglo XIX apareció una disciplina nueva -la arqueología científica- que abrazo el esquema de las Tres Edades de Lucrecio y que proporcionó las evidencias materiales necesarias para que la idea de la evolución cultural hacia el progreso infinito se impusiese sobre su competidora.
Sistema de las tres edades de Thomsen
Antes del siglo XIX sólo se podía aspirar a las dataciones relativas de eventos en el periodo histórico. Las posibilidades de datación de los objetos prehistóricos eran escasas, casi nulas. De hecho, era extremadamente difícil saber si un objeto era más antiguo que otro, sobre todo si ambos estaban deteriorados.
Es en este momento cuando aparece Christian J. Thomsen para desarrollar un método que permita el estudio sistemático del pasado anterior a los registros escritos, lo que daría lugar al nacimiento de la arqueología científica.
En el episodio hago referencia a un artículo de la wikipedia que habla de unos locos… Pues aquí está la prueba:
Captura de pantalla del 25 de abril de 2019 del artículo de la Wikipedia dedicado al Sistema de las Tres Edades… ¿Quienes serán los locos?
Estoy seguro que ya han corregido el artículo, aún así os dejo el enlace al articulo de la wikipedia dedicado al Sistema de las tres edades.
De todas formas el principal error es que dice que el Sistema de las tres edades lo inventó Thomsen para ordenar las colecciones del museo de Copenhague en función de los materiales, piedra, bronce o hierro, utilizados en la fabricación de los artefactos. La realidad era bastante más compleja.
Christian Jürgensen Thomsen
Christian Thomsen nació en en 1788 en Copenhage, la capital de Dinamarca, dentro de una familia de ricos comerciantes. De joven vivió en París, donde probablemente entró en contacto con las ideas de la Ilustración y el concepto de evolución cultural.
Retrato de Christian J. Thomsen que data de 1894. [Public domain], via Wikimedia Commons.
La evolución cultural no era otra cosa que la creencia en que las sociedades, a lo largo de la historia, iban moviéndose de forma espontánea e inevitable hacia estadios de progreso superior en una secuencia de etapas sucesivas que se inician en el salvajismo hasta llegar a la sociedad moderna [inserte aquí la sociedad de su elección].
A su vuelta a Dianmarca, el joven Thomsen se convirtió en coleccionista de monedas llegando a acumular una cantidad notable de piezas romanas y escandinavas. Y este detalle tuvo su importancia en la historia de la arqueología.
Resulta que Thomsen clasificaba su colección de monedas con dos criterios. Primero hacía series por países, y después ordenaba la serie de cada país por año de acuñación de la pieza. Así obtenía series nacionales ordenadas cronológicamente según el año de emisión.
Lo novedoso del sistema estaba en la forma que utilizaba la colección. Al parecer, Thomsen tenía monedas cuyas inscripciones apenas sí se podían leer. ¿Qué hacer con ellas? ¿Cómo clasificarlas?
Imaginad que ahora cae en sus manos una moneda deteriorada. ¿Cómo clasificarla en una serie? Pues fijándose en el estilo del anverso, del reverso, del canto, en los motivos decorativos, en la efigie, etc… Lo único que tiene que hacer es emplear criterios de estilo para encontrar el país y el año que más se parezcan dentro de su cronología ya elaborada.
Este método de clasificación por series se denomina, seriación. Y quedó almacenado en su cabeza esperando el momento apropiado para aparecer de nuevo.
En 1816, el Museo Nacional de la Antigüedad de Dinamarca tenía un problema. Había recolectado una gran cantidad de objetos antiguos por todo el país y no tenía un buen sistema de catalogación. Como consecuencia, tampoco tenía claro cómo exponerlos al público de forma efectiva. Así que solicitaron la ayuda de Thomsen para resolver su problema.
Cronología de la prehistoria
El método empleado por Thomsen era muy ingenioso y demostraba un gran conocimiento de la arqueología. De hecho fue tan efectivo que, a partir de él, la prehistoria se estudiaría sobre bases científicas.
Las cronologías que él elaboró no se basaban en el material de manufactura de las piezas, sino en el análisis concurrente de material, estilo de la decoración y contexto. Estos tres elementos, repito material, estilo de la decoración y contexto, no el material de fabricación a secas, dieron lugar a un método de clasificación simple pero muy efectivo.
Periodizacion de la prehistoria en series
Lo primero que necesitaba era un criterio para definir series, que sería el equivalente a la clasificación de las monedas por país de acuñación. Pero esto no era nada sencillo.
En el museo había una enorme cantidad de objetos: de piedra, de oro, de plata, de hierro, de vidrio, de bronce, de madera. Además, como bien sabemos hoy en día, en las edades del bronce y del hierro, se seguían fabricando objetos de piedra. Y en la edad del hierro, se seguía fabricando en bronce. El problema era, por tanto, ¿qué hacer con todos estos objetos tan diferentes entre sí?, Y ¿cómo distinguir los artefactos de un material empleado en varias épocas?
Thomsen tuvo una primera idea brillante. Se dio cuenta de que un objeto aislado aporta poca información. Y muchos objetos aislados, en lugar de ayudar, molestan. Por tanto, lo que hizo fue descartar de plano los objetos individuales. Éstos no servían para crear la cronología que estaba buscando. Lo que verdaderamente necesitaba era trabajar sobre conjuntos de objetos.
Resulta que el museo disponía de catálogos de artefactos que habían sido encontrados en el mismo yacimiento, con lo que podía suponer que todos compartían el mismo contexto, ya fuera una tumba, túmulo o tesoro.
Claro, si pensamos en el ajuar funerario de una tumba, parece bastante probable que todos los artefactos del conjunto se hubiesen enterrado al mismo tiempo, sin añadidos o pérdidas posteriores. Thomsen llamó a estos conjuntos hallazgos cercanos y construyó su sistema de clasificación sobre ellos.
Cronología de la prehistoria en tres edades y cinco etapas
La idea era estudiar los diferentes objetos que formaban los hallazgos cercanos, intentando descubrir los tipos de artefactos que siempre aparecían asociados entre sí, y también los que nunca lo hacían. De este modo pretendía estandarizar las clases de objetos de los hallazgos cercanos para descubrir patrones que fuesen característicos de los diferentes periodos.
Ejemplo de hallazgo cercano encontrado en el yacimiento del fiordo de Vedbaek. Museo de Rudersdal (Dinamarca). Obra de Toxophilus [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Se puso entonces manos a la obra y comprobó el contenido de todos los hallazgos cercanos, creando una primera clasificación de los objetos genéricos que en ellos aparecían: cuchillos, azadas, recipientes para cocinar, broches o agujas y collares.
Después precisó, para cada uno de los objetos, el material con el que estaba hecho, su forma y el estilo del diseño.
El siguiente paso era, por fin, el análisis de la composición de los hallazgos cercanos para determinar las combinaciones de objeto, material, forma y diseño que aparecían juntos de forma sistemática y las que no. Fijaos una vez más que no se refiere al material de fabricación, sino a los rasgos simultáneos de material, estilo y contexto.
Así, por ejemplo, se dio cuenta de que algunos hallazgos cercanos contenían sólo objetos de sílex (o pedernal, como también se conoce). Otros contenían cuchillos y puntas de lanza de sílex junto con otras de bronce, y ambos tenían formas parecidas. De este modo se dio cuenta de que habían objetos de bronce que nunca aparecían junto a artefactos de hierro en sus hallazgos cercanos, pero habían también otros objetos de bronce que sí lo hacían.
El resultado final de este enorme trabajo fue la agrupación de los hallazgos cercanos en cinco categorías que compartían estilo y parecidos formales en sus piezas integrantes.
Edad de piedra temprana, piedra tardía, Edad de bronce, Edad de hierro temprana y de hierro tardía
Para poder ordenar las categorías en una secuencia histórica, Thomsen estudió el contexto en el cual habían aparecido los hallazgo cercanos y descubrió unos patrones característicos que parecían representar una secuencia cronológica.
Edad de piedra temprana
Resulta que una de ellas contenía sólo hallazgos cercanos integrados por artefactos simples de piedra tallada. Y además, esos conjuntos provenían siempre de las excavaciones más sencillas. Parecía que fueran reminiscencias de una antigüedad remota. Por ello llamó a esta categoría Edad de Piedra Temprana.
Edad de piedra tardía
Otra de las categorías también contenía artefactos de piedra tallada, pero algunos de éstos estaban pulidos. Las tumbas donde habían sido encontrados solían ser construcciones de tipo megalítico.
En los ajuares funerarios de las tumbas habían recipientes de alfarería toscos, así como algunos objetos de bronce y cobre. Thomsen denominó a esta categoría Edad de Piedra Tardía.
Edad de bronce
En la tercera categoría, las tumbas consistían en pequeños túmulos donde se colocaban urnas decoradas con patrones anulares que contenían los restos incinerados de los muertos. Junto a las urnas se habían depositado objetos metálicos en los que predominaba el bronce sobre el cobre, especialmente en el caso de las armas y de los útiles afilados. Por ello, el nombre que recibió la categoría fue Edad del Bronce.
Edad del hierro temprana y tardía
En la cuarta y la quinta categoría, los hallazgos cercanos contenían armas y herramientas de hierro templado. Sin embargo, también aparecían objetos de bronce, pero éstos se empleaban únicamente como ornamentos o bienes de lujo.
¿Qué diferenciaba ambas categorías? Pues los motivos decorativos en los objetos. En una de ellas habían líneas serpenteantes y espirales; y en la otra elementos más elaborados como dragones y animales fantásticos. Thomsen denominó a ambas categorías Edad del Hierro, pero como los animales fantásticos se asemejaban a las inscripciones rúnicas de las fuentes escritas, colocó esta categoría como la más reciente y la llamó Edad del Hierro Tardía. Por exclusión, la que quedaba se convirtió en la Edad del Hierro Temprana.
Sistema de seriación por edades
Y así es como Thomsen dividió la prehistoria en tres edades que se componían de cinco etapas sucesivas. Por orden de antigüedad: la Edad de Piedra (temprana y tardía); la Edad del Bronce; y la Edad del Hierro (temprana y tardía). La verdad es que podía haberlas llamado de cualquier otra forma, pero este sistema recordaba a las Tres Edades de Lucrecio y, después de todo, en la Biblia figuraba una secuencia parecida.
Pero, a diferencia de Lucrecio y de la Biblia, Thomsen había elaborado una cronología cultural prehistórica basándose en las evidencias arqueológicas de las que disponía. Y este sistema le permitía hacer lo mismo que con sus monedas.
Si por casualidad necesitaba datar los objetos de un yacimiento, lo único que tenía que hacer era evaluar el conjunto de artefactos que componía el hallazgo cercano y que compartía contexto arqueológico.
Y de forma sorprendente, el material de fabricación, estilo y decoración del conjunto se ubicaba en una, y sólo en una, de las cinco categorías que había definido. ¡El sistema de seriación por edades funcionaba!
Este nuevo sistema le permitió realizar algunas observaciones muy interesantes que antes habían pasado desapercibidas: los objetos de oro y los diferentes tipos de alfarería ocurrían en todas las edades posteriores a la Edad de Piedra Temprana; sin embargo, los objetos de plata no aparecía hasta la Edad del Hierro temprana. Desde luego, sí que parecía que había una especie de cambio en los modos de proceder de estas gentes primitivas. Quizás se tratase de la evolución cultural esa que decían los ilustrados.
Y así fue como Thomsen entró en los anales de la arqueología científica. Mediante la técnica de seriación creó la primera división del tiempo que permitía la datación relativa de los objetos.
Desafortunadamente, el paso del tiempo no ha tratado bien a este sistema de las Tres Edades. Hoy en día es un sistema bastante criticado por tres motivos: que es simple, que se ha quedado trasnochado y que es demasiado eurocéntrico.
Evolución cultural
A pesar de todo lo dicho, ¿cómo es posible que el sistema de las tres edades de Thomsen acabase siendo tan popular?
Evolución cultural del ser humano en la prehistoria
Bueno, pues según parecía, los primeros pobladores del norte de Europa habían surgido en la Edad de Piedra temprana. En lo que parecía un estadio primigenio o inicial que, en ningún caso, se trataba de la consecuencia de una degeneración cultural como la descrita en el esquema de las Cinco Edades de Hesíodo.
Esto era evidente, puesto que no habían encontrado artefactos complejos anteriores a la Edad de Piedra Temprana. Por lo tanto, lo que las evidencias arqueológicas mostraban era una evolución, un progreso tecnológico a través de las ya comentadas etapas sucesivas.
Así, de las herramientas primitivas de piedra se pasó a una tecnología superior de piedra pulida, después a una metalurgia de bronce y después a una mejor todavía que trabajaba el hierro.
Un arqueólogo sueco llamado Oscar Montelius introdujo la hipótesis conocida como ex lux oriente, que traducido del latín significa la luz que proviene de Oriente. Bajo esta hipótesis, se pensaba que pueblos originarios de Oriente Próximo, Egipto o Babilonia en concreto, habían actuado como focos de irradiación cultural. Así, los pueblos culturalmente más avanzados se podían imponer sobre los pueblos inferiores.
Fotografía de Oscar Montelius. Obra perteneciente a la Wellcome Collection [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Esto cuadraba como anillo al dedo con la secuencia evolutiva de las Tres Edades en la región escandinava. Cada cambio tecnológico se debía, bien a su introducción por parte de oleadas de inmigrantes provenientes del sur, bien su intercambio con otras regiones. En otras palabras, este cambio tecnológico provenía de dos fuentes: la sustitución de poblaciones o la difusión por adopción de tecnologías de otros pueblos vecinos más avanzados provenientes del sur de Europa o de Oriente Medio.
Los arqueólogos escandinavos estaban proporcionando la primera evidencia científica de la “evolución cultural”.
El éxito del sistema de tres edades de Thomsen
Las sociedades partían de un estado primigenio de salvajismo y después, de forma inexorable, eran sustituidas por otras poblaciones más avanzadas que se encontraban en estadios culturales superiores en un proceso, aparentemente sin fin, que culminaba en la sociedad europea del siglo XIX.
Cómo vivían de verdad en la prehistoria
Intereses a parte, lo cierto es que los estudiosos escandinavos revolucionaron la arqueología. Si antes de ellos, el foco se colocaba en el desarrollo tecnológico de los pueblos, o sea, en cómo y de qué materiales fabricaban las herramientas, de ahora en adelante se estudiarán otros aspectos de la vida en la prehistoria.
Así, los académicos empezarán a preguntarse cómo vivían de verdad las gentes prehistóricas. Y para responder a estas nuevas preguntas empezarán a incorporar a la arqueología la utilización de estudios etnográficos.
En otras palabras, estudiando el modo de vida de los pueblos primitivos que los descubridores europeos iban descubriendo, estos arqueólogos podían inferir cómo se utilizaban o para qué servían los artefactos de hueso o piedra que encontraban en los yacimientos prehistóricos.
Esta técnica era muy útil, sobre todo porque en los yacimientos aparecían restos de objetos que parecían formar parte de herramientas compuestas desconocidas para los europeos de la época. Sin la inspiración de ver ejemplos en funcionamiento, jamás se hubiera sabido para qué demonios servían esos artefactos.
De este modo se despertó un gran interés por los estudios antropológicos de pueblos que, se suponía, tenían el mismo grado de desarrollo que las culturas prehistóricas escandinavas. Me refiero a los pueblos nativos de Norteamérica, los esquimales y los de las Islas del Pacífico.
Retrato de Lewis Henry Morgan, el antropólogo que estudió a los indios iroqueses. Fotografía subida a Wikipedia por Kelson [Public domain], via Wikimedia Commons.
En este contexto, destacan los estudios de Lewis H. Morgan sobre los indios Iroqueses. Estos estudios, por cierto, serían empleados con posterioridad por Marx y Engels para sus análisis sociales.
Evolucion socioeconómica y cultural del ser humano
Respecto al tipo de economía de subsistencia característica de la Edad de Piedra, Thomsen no tenía puntos de vista firmes. Este tema fue tratado por otro arqueólogo sueco: Sven Nilsson.
Nilsson fue el primer arqueólogo en reportar la presencia de huesos de animales en las excavaciones. Y fue la primera persona que realizó experimentos de tallado de piedras para explicar la manufactura de los artefactos prehistóricos. De todos estos elementos infirió que los datos arqueológicos prehistóricos sugerían una primera economía de subsistencia en la región.
¿Y qué mecanismo indujo a la evolución? ¿Porqué los pueblos primitivos eran desplazados por otros más avanzados? Pues Nilsson también fue el primer arqueólogo que propuso en el incremento de la población como desencadenante del cambio. De las sociedades de cazadores-recolectores se tendería hacia las sociedades agrícolas en la escandinavia prehistórica.
Busto de Sven Nilsson en Lund (Suecia). Obra propia de Anton Holmquist [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons.
Los filósofos ilustrados pensaban que el progreso estaba ligado al cambio económico. Así, a medida que los cazadores-recolectores se transformaban primero en pastores y después en agricultores, la economía de subsistencia de los primeros fue evolucionando hacia otros estadios más complejos relacionados con los intercambios.
De este modo, se unieron dos corrientes que antes estaban separadas. La del progreso tecnológico, representada en el sistema de las Tres Edades: piedra, bronce y hierro, junto con la corriente del progreso económico, de las economías de subsistencia de los cazadores-recolectores, se evolucionó a la de los pastores y agricultores.
El foco había cambiado. Los arqueólogos pasaron de preguntarse por el tipo de herramientas empleadas a preguntarse cómo vivían realmente los seres humanos prehistóricos.
El sistema de las tres edades se extiende a Gran Bretaña
Cuando los arqueólogos daneses viajaron Irlanda y las islas británicas para estudiar yacimientos vikingos encontraron algo sorprendente… Resulta que el esquema de las Tres Edades de Thomsen también era aplicable a las Islas.
Esta excursión permitió a la escuela danesa ampliar el rango de los estudios que se podían hacer a los objetos descubiertos. Así, se dieron cuenta de que existían variaciones significativas en el estilo de objetos pertenecientes al mismo estadio de desarrollo tecnológico, lo que sugería que, si se tenían en cuenta los cambios culturales, los grupos de las tres edades se podían analizar con mayor profundidad.
De este modo, la Edad del Bronce y del Hierro se dividieron en más periodos atendiendo a las diferentes costumbres funerarias y otras diferencias culturales encontradas. De todas formas, las divisiones de las edades en más periodos era un poco dependiente de cada autor. No había una clara estandarización de las etapas.
Sucesión ecológica en la arqueología
Posteriormente se añadió una nueva dimensión a la arqueología. La realización de estudios botánicos a los ecosistemas de la prehistoria.
El pionero en esta linea de actuación fue un académico danés llamado Steenstrup. Este señor se dedicó a buscar patrones de cambios ambientales en los bosques de la región nórdica. Así, descubrió que a lo largo de 2.000 años, el patrón vegetal de los estratos había cambiado empezando desde desde álamos en el último periodo postglacial, que serían reemplazados en sucesión por pinos, robles y finalmente por hayas y olmos.
Este es el concepto de sucesión ecológica que permitirá correlacionar cambios climáticos con cambios en las especies vegetales.
Japetus Steenstrup introdujo la teoría de la sucesión ecológica en la arqueología. [Public domain], via Wikimedia Commons.
Pero hete aquí, que realizando estos estudios estratigráficos en las zonas pantanosas de Dinamarca descubrieron evidencias de presencia humana prehistórica. Así el siguiente paso era evidente: juntar la sucesión ecológica con la evolución cultural.
Correlacionando los cambios tecnológicos observados en los yacimientos con los estudios estratigráficos, se asoció la ocupación humana de la Edad de Piedra con bosques de pinos, de la Edad del Bronce con bosques de robles, y la Edad del Hierro con bosques de hayas y olmos. Esto sugirió la idea de que la secuencia de las edades de Thomsen se asociaba también a cambios medioambientales significativos en las regiones escandinavas del norte de Europa.
Ya teníamos el cambio tecnológico de Thomsen, al que añadimos el cambio económico y la etnografía, todo ello validado con experimentos. Ahora se añade otro hito en el estudio de la prehistoria, el conocimiento de las plantas que vivieron en la época.
Todas estas piezas juntas nos dejaban una imagen muy vívida de los primeros escandinavos: se trataba de cazadores-recolectores que empleaban primitivas herramientas de piedra; habitaban en bosques de pinos, abetos y algunos robles; los únicos animales que habían domesticado eran los perros; y de los huesos que habían servido de alimento, supieron que los asentamientos eran estacionales.
Críticas al sistema de tres edades
Todavía no habíamos terminado el siglo XIX y se había logrado todo esto ¿Qué más se podía pedir? Pues aunque parezca increíble, hay gente que puso reparos a esta gran obra. Recordad lo que se dijo de este sistema: simple, trasnochado y eurocéntrico.
El sistema unía el estudio de la tecnología al de la antropología. Tenía además en cuenta la economía y la cultura de las sociedades primitivas. Y, por si fuera poco, añadía el conocimiento de las plantas y animales primitivos. Es profundamente injusto llamar a esto simple.
Lo de trasnochado es algo que se puede decir hoy en día, apostando a las carreras con el periódico del día siguiente. Cuando se propuso el sistema, en realidad, era algo muy innovador.
Y decir que la escuela escandinava era eurocéntrica… Bueno también es injusto. La escuela escandinava propuso que el sistema de las tres edades era válido en el área nórdica, lo cual era correcto. Por otra parte, como ya he comentado, estudiaron las islas británicas y allí también se cumplía.
No lo he dicho antes, pero además de las islas británicas también estudiaron unos yacimientos prehistóricos en Suiza. Y, de nuevo, se se repetía la secuencia de las tres edades. ¿Cómo dudar de este sistema?
Por otra parte, los arqueólogos más atrevidos dijeron que igual el sistema era válido en “grandes áreas de Europa”. Nunca se habló de otras partes del mundo. Si alguien dijo que el sistema era exportable fuera de Europa, desde luego que no se trató de Thomsen y sus amigotes. El eurocentrismo, desde luego, no es un error imputable a los arqueólogos nórdicos.
Sólo falta tener en cuenta una cosa más para valorar el resultado de la escuela danesa. Esa cosa es que, sorprendente, tenían razón.
Cronología bíblica
¿Os acordáis de los creacionistas? Hablamos de ellos en el episodio 4 de la primera temporada, “La evolución del ser humano”. Su calendario se basaba en la cronología de Ussher.
El señor James Ussher era un pastor anglicano conocido hoy en día por un libro suyo que se publicó en 1650: los “Anales del Antiguo testamento, que deducen los orígenes primeros del mundo”.
Por cierto, Ussher es citado en el principio del capítulo inicial de la serie “Good Omens”, que se ha estrenado recientemente (2019).
Grabado de James Ussher realizado por Jacobus Houbraken (s. XVIII). [Public domain], via Wikimedia Commons.
Pues bien, sobre el libro de Ussher descansa la cronología bíblica, que después sería tomada por los creacionistas. Así, durante el atardecer anterior al domingo del 23 de octubre del año 4004 a.C., Dios creó la Tierra. A partir de ahí vino todo lo demás.
Lo importante no es la fecha, sino que el mundo sólo tenía cuatro milenios de antigüedad a contar desde el nacimiento de Cristo. ¿Cómo casaba esto con los datos obtenidos por la arqueología escanidanava? Pues muy bien, oiga usted.
Resulta que la llegada de los primeros pobladores a Dinamarca se estimó alrededor del año 3.000 a.C., y el comienzo de la Edad del Bronce en algún momento entre el 1400 y el 1000 a.C. La Edad del Hierro en Dinamarca coincidiría con el inicio de la era cristiana. Vaya, a partir del año cero.
Y por ironías del destino, las regiones de Dinamarca, Escocia y Suiza habían estado cubiertas de hielo durante la última glaciación. No sería hasta hace 4 o 5 mil años cuando el hielo se retirase y fuese posible la presencia humana es esos territorios.
Como consecuencia, los datos arqueológicos obtenidos en Dinamarca, Noruega y Suecia, ¡eran compatibles con la cronología bíblica!
Prehistoria en el norte de Europa
La humanidad, por lo menos en la Europa nórdica, había evolucionado desde una situación de salvajismo primitivo caracterizada por una economía de subsistencia basada en la caza, la pesca y la recolección de vegetales silvestres. Estos primeros pobladores, vivían en asentamientos estacionales ubicados en ecosistemas concretos, domesticaron perros y construyeron útiles de piedra sencillos.
A causa del incremento de la población, tanto la tecnología como la economía comenzaron a evolucionar, lo que impulsó el cambio de las culturas primitivas hacia estadios superiores. Así, los cazadores-recolectores se convirtieron en ganaderos y pastores que dominaban la metalurgia del bronce. Y de ahí, al llegar a los tiempos históricos, el hierro y la agricultura tomaron el protagonismo.
Toda esta secuencia quedaba enmarcada en una cronología basada en el sistema de las Tres Edades, cuyas subdivisiones se habían creado según criterios tecnológicos -el tallado de piedra y la metalurgia- y según criterios culturales.
Para rizar el rizo, la secuencia estaba alineada con la narrativa del progreso y la evolución cultural. Y no contradecía a la Biblia. ¡Imposible no sentirse atraídos por esta película!
Pero los vientos del cambio empezaron a soplar con fuerza. ¿De dónde provenía ese viento? De Inglaterra y de Francia principalmente.
Resulta que a Thomsen se le quedaba un poco coja la Edad de Piedra Temprana debido a que en la región escandinava no habían demasiadas herramientas elaboradas a partir de cantos tallados. Sin embargo, en otras regiones de Europa, Francia e Inglaterra en concreto, sí que se habían encontrado abundantes restos prehistóricos correspondientes a estas etapas iniciales de la Humanidad.
En ambos países se disponía de yacimientos pertenecientes a la Edad de Piedra Temprana, por ello, sus arqueólogos pudieron estudiar mejor los primeros estadios de la evolución humana.
Historia del paleolítico y neolítico
John Lubbock
Entonces ocurrió algo curioso. De repente, la arqueología se puso de moda entre el gran público de la Era Victoriana gracias a un banquero: John Lubbock era su nombre.
John Lubbock fotografiado alrededor de 1904. En realidad, John hijo fue el primer barón de Avebury ya que John padre era baronet, un título nobiliario inferior. Pero si lo expresaba de este modo, no podía hacer el chiste de John hijo de John que cuento en el episodio. Obra tomada de The English illustrated magazine. v.31 n.s. no.13-18 1904.. [Public domain], via Wikimedia Commons.
Su padre, hombre de gran cultura y barón de Avebury, se había dedicado a la banca. Así que, a su muerte, nuestro héroe heredó profesión y título.
Tuvo una exitosa carrera como banquero, de hecho se convirtió en Presidente de la Asociación de Banqueros Británicos, lo que no era poca cosa ya que, recordad, en la Era Victoriana la industria financiera británica era la más potente del mundo. También se metió en política, siendo parlamentario durante 10 años. Y en todo este tiempo, además, encontró ratos libres para estudiar biología e historia.
La prehistoria se pone de moda
Estoy seguro que todos habéis oído la expresión antediluviano para referirse a cosas ocurridas antes del diluvio universal. Esta palabra significa que la historia de la humanidad se dividió en dos etapas: antes del diluvio universal y después.
Pero en 1865, John Lubbock publicó un libro de divulgación llamado Tiempos prehistóricos cuyo éxito fue arrollador. El gran público adoptó enseguida sus puntos de vista, por lo que se dejó de emplear la expresión antediluviano para referirse a las cosas antiguas. A partir de este momento todo el mundo hablaría de la prehistoria de la Humanidad.
En esta obra, poco más o menos, se exponía de forma coherente que Dios no manejaba el mundo a su capricho, sino que su evolución seguía las leyes de la ciencia. De hecho, del estudio de los estratos geológicos se desprendía que no había quedado registrado diluvio universal alguno.
Respecto al origen de la vida, integró las teorías de Darwin en la nueva imagen científica y moderna del mundo que estaba dibujando. En particular, hizo suya la hipótesis que se planteaba en “El origen de las especies” del nacimiento de la humanidad en África.
Otra idea que aparecía en el libro de Lubbock era la de evolución cultural. La ciencia había demostrado que los pobladores iniciales del continente europeo vivían en un estado de salvajismo primitivo. Y en sucesivas etapas, que coincidían con los cambios tecnológicos y culturales antes mostrados, habían sido sustituidos por invasores pertenecientes a pueblos más evolucionados.
Este pensamiento proviene de Herbert Spencer, personaje que salió en el episodio 4 de la primera temporada para hablarnos de la “supervivencia del más apto”.
La nueva clase media que surgía tras la Revolución Industrial en Inglaterra se veía a la vanguardia del mundo moderno, pero no por formar parte de una especie o un país elegido por Dios, sino como la consecuencia de un proceso natural, sujeto a causas materiales, y explicable mediante la ciencia.
Así, veían como algo natural que hubiese una secuencia de civilizaciones en las que las más avanzadas sustituían a las más atrasadas iniciándose el proceso en la Edad de Piedra, pasando por la de Bronce, Hierro, Roma y llegando a la civilización industrial propulsada por la máquina de vapor.
Bueno, pues esta secuencia, en la Europa prehistórica, se había producido siguiendo el esquema ya comentado de Oscar Montelius. La sustitución de los pueblos primitivos de la Edad de Piedra por otros que provenían de un foco cultural más avanzado situado en Egipto o Babilonia.
Pero Lubbock también era buen conocedor del los yacimientos prehistóricos europeos que estaban apareciendo fuera de la región escandinava. Y aquí es donde hizo otra aportación que pasaría a la historia de la arqueología.
Significado de paleolítico y neolítico
Resulta que los restos que estaban apareciendo en Francia y en el sur de Inglaterra tenían una antigüedad de, por lo menos, 200.000 años. Esto permitió expandir la comprensión de la Edad de Piedra Temprana de Thomsen, lo que aconsejaba crear nuevas divisiones o grupos que reflejasen esta creciente complejidad.
Así, periodizó la Edad de Piedra en tres partes: antigua, media y nueva, los nombres que tendrían derivarían de las palabras griegas: paleós, meso, neo, que significan respectivamente antiguo, medio y nuevo. Por otra parte, lithos significa piedra. Entonces, paleolítico, mesolítico y neolítico serían las edades de la piedra antigua, media y nueva respectivamente. Estos fueron los nombres por los que las generaciones futuras -nosotros- conoceríamos las divisiones de la prehistoria, y todo gracias al libro de John Lubbock.
El criterio que empleó Lubbock para definir los grupos no fue cultural sino, más bien, tecnológico y paleontológico. Es decir basado, simultáneamente, en elementos tecnológicos y en restos fósiles. Aquí pasa algo parecido a los hallazgos cercanos de Thomsen, se caracterizan los yacimientos del periodo por la tecnología de manufactura de ciertas herramientas y por los restos de animales que en ellos aparecen. Así, en el paleolítico, las herramientas serán genéricas y se fabricarán mediante cantos tallados. Los restos de animales pertenecerán a especies hoy en día extintas.
En el mesolítico, en cambio, se empleaban todavía herramientas de piedra tallada, pero entre los restos animales encontrados en los yacimientos, ya aparecerán algunas especies modernas.
Dado que no tengo ni idea de danés y en la imagen aparecen cuernos de algún animal similar a los renos, de unos 14.000 años de antigüedad, seguramente debe tratarse de un yacimiento mesolítico. Está expuesto en el Museo Nacional de nosequé en nosedonde (Dinamarca). Y la foto es de Jørgen Holm. Imagen subida a wikipedia por palnatoke [CC BY-SA 2.0], via Wikimedia Commons.
Finalmente, durante el neolítico se emplearán herramientas de propósitos específicos, como hachas y gubias, fabricadas en piedra rebajada y pulida. Además, los hallazgos animales pertenecen únicamente a especies actuales.
Precisamente, la división de la prehistoria en estos tres grupos definidos por este doble criterio tecnológico y paleontológico, se la debemos a John Lubbock.
A continuación nos centraremos en las divisiones del Paleolítico con mayor profundidad. Y para ello debemos abandonar la Inglaterra victoriana para adentrarnos en la Francia posterior a Napoleón Bonaparte.
Prehistoria y las primeras etapas de la humanidad
La principal preocupación de los arqueólogos franceses de la época era la determinación de una cuestión bastante trascendente. Querían saber hasta cuán atrás en el tiempo se remontaba la presencia humana en la Gloriosa Nación Francesa. Y, dado que a juzgar por las evidencias, parecía que se trataba de una era muy remota, determinar si se habían producido cambios morfológicos desde los seres humanos primitivos hasta ahora. En otras palabras estaban buscando pruebas de la Teoría de la Evolución de las especies… ¡pero en el propio ser humano!.
Y para ello, trataron de crear una seriación al estilo de la de Thomsen, pero centrada en la Edad de Piedra. Por supuesto, ya vimos que el criterio empleado para crear las divisiones no podía ser el mismo que en Dinamarca. A consecuencia de ello, las etapas que la arqueología francesa propuso, poco tenían que ver con las danesas.
El primer paso que emprendieron fue la recopilación de los yacimientos y su ordenación según antigüedad, con el objetivo de averiguar si aparecía algún patrón característico.
Para sus divisiones tomaron el criterio paleontológico en exclusiva. Dicho de modo menos abstracto: analizaron los fósiles de animales que aparecían en los mismos estratos que los restos humanos prehistóricos.
Cómo saber cuándo empieza la prehistoria
En efecto, con este criterio, fueron capaces de ordenar los yacimientos en una secuencia cronológica relativa basada en cuatro etapas. La más antigua la llamaron Edad de los Uros y los Bisontes; la siguiente fue la Edad de los Renos; la siguiente fue la Edad de los Mamuts y de los Rinocerontes Lanudos; y la más reciente la Edad de los Osos Cavernarios. Poco tiempo después se añadió una quinta etapa, la más moderna de todas, la Edad de los Hipopótamos.
Y, de paso, hicieron otro descubrimiento: los seres humanos de la Edad de los Renos habitaron en lugares a campo abierto, ¡no en cavernas!
Sobre este, y otros mitos modernos de la prehistoria, podéis consultar este fantástico artículo del blog las Gafas de Childe.
El criterio paleontológico que se empleó para definir estas etapas fue propuesto por el prehistoriador Édouard Lartet. Pero tal criterio era problemático.
Retrato del prehistoriador francés Edouard Lartet. Imagen subida a wikipedia por Didier Descouens [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons.
Si se definen los periodos en función de los animales que habitaron un ecosistema ¿cómo tratas entonces las diferencias entre ecosistemas coetáneos? Por ejemplo, si estás en Australia tendrás que definir una Edad del Ornitorrinco pero, ¿es ésta anterior o posterior a la Edad del Reno francesa?
Claro, ahora es evidente el peligro de este sistema. Es muy fácil interpretar zonas ecológicamente diferentes como separadas en el tiempo, cuando esto no tiene porqué ser así.
¿Cómo se crearon las seriaciones del paleolítico en la escuela francesa? Lo que hicieron los arqueólogos galos fue buscar inspiración en dos fuentes.
Dado que muchos de ellos provenían del campo de la geología, lo que hicieron fue adaptar sus métodos, que hacían mucho hincapié en la estratigrafía, al estudio de la prehistoria. Y esos conocimientos los combinaron con una forma de proceder inspirada en la obra de Thomsen.
Estratigrafía arqueológica
Así que, para estudiar los yacimientos prehistóricos, empezaron por el método más aceptado en su tiempo: el análisis por capas o análisis estratigráfico.
La idea es que, a lo largo del tiempo, se producen unos procesos de erosión natural que van depositando sedimentos, u otro tipo de materiales, en ciertos lugares. Esos materiales se disponen por capas, siendo las profundas de mayor antigüedad que las superficiales.
Así, cuando se realiza una excavación y empiezan a aparecer fósiles de animales y plantas, se puede establecer una secuencia cronológica en la que las capas superficiales se corresponden a periodos más recientes, y las más profundas a periodos de mayor antigüedad.
Entonces, si nos vamos a un sitio y empezamos a excavar por capas empezaremos a ver que habrán estratos en los que aparezcan ciertos fósiles, después veremos que esas especies, pero en versión más primitiva, saldrán en estratos más profundos. Después desaparecerán completamente, después encontraremos especies diferentes y más primitivas, y así sucesivamente.
Lo que los geólogos nos proponen es que, las inexorables leyes de la naturaleza gobiernan en mundo y sus criaturas, por lo que esas secuencias de animales que van apareciendo en los estratos están, de algún modo, relacionadas con la historia evolutiva de la Tierra.
Definición de fósil guía
Así que, para sacar todas las secuencias que vimos en el episodio de la aparición de la vida en la Tierra, se recurre a una técnica basada en el concepto de fósil guía o fósil director.
La esencia del método consiste en proceder estrato a estrato. En cada uno de ellos aparecerán restos fósiles de especies de plantas, animales e insectos. Pues bien, una vez analizados los hallazgos, capa por capa, habrá un reducido número de especies fósiles que pertenezcan a una familia para la que se pueda apreciar una evolución en su anatomía, su forma o lo que sea, de modo que los ejemplares más primitivos sólo aparezcan en los estratos más profundos, y los más evolucionados en los estratos más superficiales. Esta es la definición de fósil guía.
La grandeza del método consistirá en que esta secuencia, a lo mejor, se repite en otra excavación de un área geográfica separada. Es decir, que en otro sitio lejano encontraremos de nuevo parecidas especies fósiles distribuidas en otros estratos, lo que nos permitirá afirmar que esos estratos se formaron en los mismos periodos geológicos. Y así, tras muchos estudios, podremos elaborar una cronología de la propia Tierra.
Desgraciadamente, este método de trabajo basado en la geología no es trasplantable directamente al estudio del paleolítico humano. A pesar de ello su utilización dio buenos resultados.
¿Porqué no se puede aplicar directamente la estratigrafía geológica a la arqueología? Pues porque los principios naturales que gobiernan la formación de los estratos geológicos no son los mismos que los de los yacimientos humanos.
En el podcast puse el ejemplo de las cacas humanas fosilizadas o coprolitos. Aquí os dejo la referencia por si no os lo creéis.
Características del fósil guía en arqueología
Para poder crear la seriación de la prehistoria lo que hicieron fue adaptar el concepto de fósil director a su disciplina. Y aquí fue donde incorporaron el método de Thomsen.
Pues a todo esto se dedicó un antropólogo francés llamado Gabriel de Mortillet que fue, a la vez, continuador y liquidador del trabajo de nuestro anterior protagonista, Édouard Lartet. Por un lado se basó en sus trabajos pero, por otro, se cargó esa división de la prehistoria basada en nombres de animales.
Fotografía de Gabriel de Mortillet. Por Deroghe & Heyland (1863). Obra perteneciente a la Wellcome Collection [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
La importancia de Mortillet es que descartó definitivamente el criterio paleontológico para crear las divisiones de la prehistoria. A partir de este momento, las divisiones se crearán en base a criterios culturales.
¿Cómo se hizo eso? Pues bien. Inspirándose en la idea de fósil director se pusieron a trabajar. Lo primero, como dije, fue descartar objetos individuales y centrarse en conjuntos de objetos, para lo que era necesaria la catalogación de todos los hallazgos de los yacimientos.
De entre los objetos encontrados los habían de hueso y de otros materiales orgánicos, pero éstos no servían. Claro, por su propia naturaleza perecedera, los restos orgánicos sólo aparecen en los yacimientos más recientes. En los de la antigüedad remota no quedará ni rastro, de ahí que los objetos candidatos a fósil director sólo serán puntas de flecha, puntas de lanza, buriles, raspadores y otros instrumentos pero de piedra, el único material resistente al paso del tiempo.
Y a partir de estos objetos de piedra se fueron construyendo los conjuntos de objetos que harían la misma función que los fósiles guía para estudiar la evolución cultural.
Pero ojo!! Aquí tengo que hacer un par de comentarios. Como he dicho, el concepto de fósil guía no sirve para la arqueología. No existe ningún objeto individual que sirva para eso. Necesariamente, debemos emplear conjuntos de objetos. Y de aquí deriva, precisamente, la gran dificultad de la aplicación práctica del método.
Si al conjunto director que hemos definido le falta algún objeto ¿se trata del mismo conjunto o no? Vamos que si en un yacimiento no encontramos raspadores, entonces ¿es que no los tenían o que se los han llevado? Y si hay conjuntos muy parecidos ¿se trata en realidad de un mismo conjunto al que faltan piezas diferentes o en efecto se trata de conjuntos distintos?
En resumen, que nada es fácil. Cuando se dice, por ejemplo, que el paleolítico se divide en inferior, medio y superior, tened en cuenta que esta afirmación lleva detrás incontables horas de análisis de muestras, resultados, bibliografía, y demás.
No se trata de afirmaciones gratuitas sino de juicios bien ponderados, que, con el tiempo, puede que sean erróneos pero que con los datos disponibles en el momento parecen de lo más razonable.
Culturas arqueológicas
Así que, andando las cosas, el empleo del criterio cultural para dividir el paleolítico se enfrentó a un desafío apasionante a mediados de este siglo XIX. Un desafío relacionado con eso que hemos llamado evolución cultural.
Por ponernos en situación. Imaginad que estamos estudiando yacimientos de dos regiones separadas. ¿Hasta qué punto dos zonas alejadas, sin relación aparente, tienen que inventar los mismos instrumentos, con el mismo estilo, de forma simultánea? ¿Se trata de desarrollos independientes? ¿Se trata acaso de un proceso de difusión de la tecnología? ¿Se trata quizás de sustitución de poblaciones? Pues ninguna de estas opciones está clara.
Pudiera ser que dos culturas separadas hubiesen inventado el mismo instrumento en periodos diferentes, por ellas mismas, sin influencia la una de la otra. En ese caso correríamos el peligro de considerar como coetáneas dos culturas que, en realidad, no lo serían. Aquí tropezamos un poco, con el mismo problema que en la fallida Edad del Ornitorrinco australiano.
Y, además, en este planteamiento hay algo peligroso. Estamos asumiendo la idea de que el desarrollo tecnológico siempre ocurre hacia adelante. ¿de verdad podemos estar seguros de que el progreso no tiene marcha atrás? ¿De verdad es absolutamente imposible que una población pudiera ser sustituida por otra más primitiva?
Pues por esta, y otras muchas razones, el estudio de las culturas es un punto absolutamente central en la comprensión de la prehistoria.
Etapas culturales de la prehistoria
Más adelante volveremos a las culturas prehistóricas. Ahora, de momento, retomaremos a Mortillet al que habíamos dejado estudiando la Francia prehistórica hacia finales del siglo XIX.
Como liquidador del trabajo de Lartet, su principal logro fue, como dije, el haber terminado con las denominaciones de las etapas de la prehistoria de Lartet. En su lugar creó unas denominaciones muy raras de los periodos: Chellense, Musteriense, Solutrense y otras palabras extrañas.
¿De dónde salen esos nombres? ¿Qué significan? Bueno, pues se trata de algo muy sencillo. Estos nombres no son otra cosa más que nombres de localidades donde se han excavado los yacimientos prehistóricos representativos del periodo.
Así, del nombre de un pueblo cercano a París llamado Chelles, salió el periodo Chellense. Y de las localidades de Abbeville y St. Acheul, derivarán los periodos Abbvevilliense y Achellense. Bueno, y así con todas las restantes divisiones de la prehistoria.
Esta forma tan curiosa de poner nombres no se la inventó el señor Mortillet. Simplemente se trata de una práctica habitual en geología que se incorporó al estudio de la prehistoria. Si comprobáis la escala geológica de tiempo de la wikipedia, veréis que ese es el criterio que se emplea para denominar las edades de la escala.
Como he dicho antes, con el cambio de nombre de las etapas, Mortillet liquidó parte de la obra de su maestro. Pero también, en cierto sentido, fue un continuador de sus trabajos. Aprovechó todos los análisis anteriores y preparó sus conjuntos de objetos con los que definiría las nuevas etapas de la prehistoria basadas en criterios culturales.
Eolito
Mortillet también encajó sus periodizaciones dentro del marco de las Tres Edades de Thomsen, y de la división de la prehistoria de Lubbock. Sin emabrgo, sí que realizó una aportación original. Propuso la existencia de un periodo inicial de la Edad de Piedra, anterior al Paleolítico. Ese periodo se denominó Eolítico.
Los eolitos son piedras de sílex que se han tallado de forma natural, debido a procesos geológicos, pero que, en esa arqueología temprana, no se sabía a ciencia cierta si eran de origen humano o natural. Estas herramientas, los eolitos, son las que caracterizarán este periodo inicial al que Mortillet dividirá en dos épocas: Thenaisiense y Puycourniense.
Después, el periodo Paleolítico se dividirá en las épocas, por orden cronológico, de más antigua a más reciente: Chellense, Achelense, Musteriense, Solutrense, Magdaleniense y Tourasiense.
Una vez acabado el Paleolítico empezará el Neolítico, subdividido en periodos con nombres de localidades francesas o suizas. Y las edades del bronce y del hierrro serán todavía más cosmopolitas, porque recibirán nombres de localidades austríacas: Hallstatt por ejemplo.
Hoy en día, sabemos que esta secuencia temporal no era del todo correcta por, precisamente, interpretar mal el grado de evolución de ciertas tecnologías de lascado.
Pues sí. Ironías de la vida, resulta que había un periodo más moderno que otros anteriores cuya tecnología de trabajo de la piedra era más primitiva que la de sus precedentes. Ver para creer.
Gordon Childe y la definición de cultura arqueológica
Volvamos a la tabla de culturas del Viejo Mundo de la wikipedia.
Cada región, tendrá su propia periodización, que puede coincidir o no con otras áreas geográficas. Esto se debe a que, en general, las periodizaciones no son síncronas. Así, cada región quedará dividida en periodos que estarán caracterizados por una cultura arqueológica predominante.
Y efectivamente, ha llegado el momento de hablar de las culturas arqueológicas.
Ya comenté antes que desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX, el estudio de las culturas ocupa un lugar central en la arqueología. Qué son las culturas y cómo cambian éstas a lo largo del tiempo son cuestiones clave para la comprensión de la prehistoria.
Si en épocas anteriores buscábamos conjuntos de objetos, del estilo de los hallazgos cercanos de Thomsen o de los análogos a los fósiles directores, a lo largo del siglo XX se buscará un concepto que englobe los elementos materiales que se sacan a la luz en las excavaciones.
Esta será la idea que hay detrás del término cultura: la creación de un algo que permitirá sistematizar los datos en bruto que se extraen de los yacimientos, ya sean ajuares funerarios, edificaciones o cualquier otra cosa que aparezca.
A estas tareas se dedicó la arqueología de finales del siglo XIX. El problema es que incorporó concepciones racistas típicas de la época. En este campo lamentable destaca un tal Gustaf Kosinna que se empeñó en rastrear el origen y expansión de los pueblos germánicos a lo largo de la Edad del Cobre europea, debido a su superioridad racial frente a romanos y franceses.
Afortunadamente, la arqueología seria se desprendió de las connotaciones racistas a lo largo del siglo XX gracias a figuras como Gordon Childe que proporcionó la que sería, durante mucho tiempo, la definición oficial de cultura arqueológica. En sus propias palabras:
Encontramos cierto tipo de restos -vasijas, utensilios, ornamentos, ritos de entierro y configuraciones de viviendas- que aparecen juntos de forma recurrente. A este conjunto de rasgos asociados (o complejo) lo podríamos denominar “grupo cultural” o simplemente “cultura”. Suponemos que tales complejos son la expresión material de lo que hoy podríamos llamar un “pueblo”.
Retrato de Vere Gordon Childe tomado en 1930. El autor es Andrew Swan Watson y la obra proviene de la «National Library of Australia» [Public domain], via Wikimedia Commons.
En esta definición es importante destacar que cultura o pueblo no se refieren a grupos humanos concretos de etnias diferenciadas. No se pueden asociar culturas y pueblos en el sentido arqueológico con razas determinadas. Ni siquiera con los modernos estudios de paleo ADN se puede llegar a ese tipo de conclusiones.
¿Por qué ocurre esto? Pues precisamente por los mecanismos de difusión de la cultura y la tecnología. No hace falta exterminar a una población para que ésta adopte el arado. Simplemente, con que vean a los de la aldea vecina utilizar este nuevo cacharro que permite mejores cosechas, pueden copiarlo sin más en beneficio propio.
Por ello, se pueden encontrar, de hecho se encuentran, grupos étnicos diferentes que poseen la misma cultura material.
Todo esto nos permite reinterpretar lo que hacen los arqueólogos en las excavaciones cuando delimitan el terreno y lo despejan, poco a poco, con sus pincelitos.
Estas buenas gentes necesitan seguir un método que les permita delimitar los estratos para catalogar los elementos materiales que pudieran aparecer.
Y, curiosamente, algo que es contrario al sentido común, los elementos que más información aportan no serán los objetos raros o excepcionales, sino los elementos comunes, los que aparecerán en otros yacimientos y que permitirán apreciar la evolución de la tecnología o de la cultura a lo largo del tiempo.
Una vez obtenidos los ajuares, restos humanos, animales, plantas, semillas, construcciones, templos, talleres, quizás ADN primitivo y todo lo que aparezca, empezará el trabajo de análisis y comparación.
¿Este conjunto encaja en alguna cultura material conocida o pertenece a una nueva? ¿Se produjeron intercambios con poblaciones cercanas? ¿Con otros centros administrativos más distantes quizás?
En fin, los arqueólogos recurrirán a todas las técnicas posibles que puedan facilitarnos una imagen de cómo vivían realmente esas gentes, y cómo cambiaron con el tiempo.
Y justamente para facilitar estas interpretaciones es por lo que se crearán todas las etapas y divisiones del tiempo histórico, basadas en criterios culturales, que han ido apareciendo durante este episodio.
A partir de aquí, lo que haremos en futuros episodios, será comenzar por el principio, estudiando la cultura olduvayense del paleolítico inferior. Pero eso será otro día.
Bibliografía y referencias
La idea del episodio era explicar la tabla de culturas prehistóricas. Para ello me he basado en los capítulos 4 y 6 del libro:
Bruce G. Trigger, A History of Archaeological Thought. Second edition (Cambridge: Cambridge University Press, 2006, 730 pp., hbk, ISBN 0 521 84076 7, pbk, 0 521 60049 9)
Este libro, “Una historia del pensamiento arqueológico” de Bruce Trigger es una obra muy importante dentro de la disciplina. Sin embargo, algunos comentan que es un tanto aburrida. Por mi parte, debo decir que he disfrutado bastante con su lectura.
Es posible que en la traducción haya cometido algún error. Si es así, os ruego que me lo comentéis y lo solucionamos.
También he empleado la Wikipedia. He ido colocando los enlaces allí donde iban surgiendo.
Una referencia que no quiero dejar pasar es la del blog las gafas de Childe del arqueólogo Rodrigo Villalobos (él es un arqueólogo de verdad, no como yo) que ha emprendido este proyecto de divulgación tan interesante por el que tenemos una ventana abierta al interior de la arqueología.
Desde aquí quisiera agradecerle el esfuerzo personal que realiza para darnos a conocer los misterios de esta ciencia, a veces, tan complicada.
Otra referencia que cito en el episodio, y que no tiene nada que ver con la arqueología, es la de Cova Díaz. La colaboración de la que hablaba sobre grabación de sonido es esta. Si algún día necesitáis un buen curso de copywriting, pensad en Cova. Su usuario de twitter es @Cova_Diaz_ (con dos guiones bajos)
La banda sonora de este podcast se la debemos a Dan O’Connor.
Las formas de contactar conmigo son:
- En la página del podcast en iVoox tenéis los episodios. En cada uno de ellos se pueden dejar comentarios y, de momento, los respondo todos.
- Otro sistema de comentarios al que estoy atento es el de este blog.
- Correo electrónico: info [arroba] podcast-historia.com.
- Mi usuario de Twitter es @crodriguezfl.
- Y, por fin, la dirección de Facebook.
Realmente excelente, tanto los audios como la web, con mucha información , gracias.
Muchas gracias por comentar en el blog. Es realmente difícil conseguir este tipo de interacción.
Y como soy muy avispada, por eso comento en el blog porque efectivamente, conseguirlo, es misión imposible.
Hola Carlos. Te sigo ya hace algún tiempo y estoy cada día más fascinada con tus audios y con toda tu labor, redes sociales, etc., amén de que me lo paso «bomba» literalmente. Me tenías que escuchar las carcajadas con tus «tontunas» las llamo yo. Tienes un humor parecido al mío, mira por donde. Me parece brillante, excelentemente documentado, genial explicado… Maravilloso vergel de placer todo tu trabajo, en pocas palabras. ENHORABUENA. De lo mejor que he escuchado en podcast de Historia y estoy suscrita a unos cuantos. Has conseguido diferenciarte, no cabe duda. Una sola apreciación. Se nota que eres de Levante desde que te oí hablar por primera vez. Utilizas la tercera persona del plural del verbo «haber» en su sentido literal (no como auxiliar) cuando el sustantivo que sigue es plural, como hacéis los levantinos cuando habláis el castellano. Ej.: «habían piedras» o lo que sea. Eso es una «patada» de tomo y lomo, que lo sepas. Lo digo por si lo quieres tener en cuenta. Es por ser pejiguera porque en realidad, no me molesta (o bueno, un poco sí a la vista, jejejeje), pero ya que estás aquejado del mismo síndrome que yo, te lo digo para que sepas algo más. Un fortísimo abrazo. Deseando el próximo después del de Naledi. GRACIAS DE CORAZÓN por hacerme reír y vibrar de emoción.
Hola Natalia. Si te soy sincero, no era ni remótamente consciente del error gramatical que estaba comentiendo (haber más el sustantivo en plural). Así que muchísimas gracias por hacérmelo notar y haré todo lo posible por no repetirlo.
Detrás de los episodios hay mucho trabajo, así que es para mi una gran alegría que personas como tú me hagan saber lo que les gusta. En el sentido del humor, empecé un poco serio. Pero en el último episodio me desaté un poco. Espero no pasarme.
Otro abrazo para tí de todo corazón.