En este episodio clasificaremos a los homínidos modernos y veremos la diferencia entre hominoide, homínido y homínino. Después contaremos la historia evolutiva de los homínidos más antiguos a lo largo del Mioceno y del Plioceno, justo hasta llegar al inicio de la era Cuaternaria, hace 2,6 millones de años. Es en este momento cuando el género Homo hace su aparición en la Tierra y comienza la prehistoria de la humanidad.
Índice de contenido
- 1 Clasificación de los homínidos
- 2 ¿Qué significan Mioceno y Plioceno?
- 3 Mioceno
- 4 Hominoides – historia evolutiva
- 5 Características del Plioceno
- 6 Homínidos en África
- 7 Conclusiones
- 8 Créditos
Clasificación de los homínidos
El objetivo es conocer la historia evolutiva de los primates que transcurre desde la división entre las familias cercopitécida y hominoidea, al final del periodo Paleógeno, hace 23 millones de años (Ma) más o menos, hasta la aparición del género Homo al final del periodo Neógeno, hace 2,6 Ma.
Para explicar la clasificación de los homínidos será necesario emplear las categorías taxonómicas dominio, reino y filo. Los dos primeros están bastante claros. El dominio puede ser: bacteria, arquea y eucaria; y el reino: animales, plantas, hongos y protistas. En cambio el filo es algo bastante más abstracto.
El filo se construye a partir de los análisis genéticos que se hacen a todas las especies de seres vivos y de fósiles, después se van agrupando resultados por afinidad, construyendo lo que se llama un árbol filogenético.
Categorías taxonómicas y filogenéticas necesarias para clasificar cualquier especie (homínidos incluidos).
Obra propia de RoRo [Public domain].
La idea es ir colocando todas las especies como si fueran ramas que parten de un nodo. Este sería el ancestro común a la rama. Así, los biólogos han conseguido crear un diagrama de árbol, cuyo tronco común es el ancestro de todos los seres vivos. A partir de él, empiezan a salir ramas, de las cuales se desprenden otras ramas, de las que nacen más ramas, y así hasta agrupar las más de 1.360.000 especies que completan el árbol.
Pues bien, los primeros nodos de los que derivan las ramas más bajas del árbol son el filo. A partir de ahí se definirán otras categorías taxonómicas que nos permitirán clasificar a las especies en orden, familia y género. Así, el género se convierte en una categoría que agrupa varias especies.
¿Qué significa hominoides?
¿Cómo funciona este árbol de clasificación? Veámoslo con el ejemplo de los hominoides o primates hominoideos.
Desde el punto de vista de la taxonomía, los hominoideos serían aquellas especies pertenecientes al reino animal, del filo de los cordados, clase mamíferos, orden primates, suborden haplorrinos, infraorden simiformes, parvorden catarrinos y, como hay tantas especies, las agruparemos no en una familia sino en una superfamilia: la hominoidea.
Por ser primates, sabemos que se trata de animales dotados de cinco dedos, cuyo pulgar es capaz de colocarse en oposición para hacer la función de pinza y poder agarrar objetos.
Debido a que son haplorrinos, sabemos que tienen la nariz configurada en una sola sección. Además se trata de simios, de ahí lo de simiformes, y por ser catarrinos, resulta que poseen dos orificios nasales separados por un surco y orientados más o menos hacia abajo. Por último, no tienen cola. Si la tuviesen no serían Hominoideos sino Cercopitécidos.
Sin embargo, hay otra diferencia importante. Los Cercopitécidos, y todos sus ancestros, son cuadrúpedos. Es decir, que todo su diseño corporal: forma y posición de cráneo, columna vertebral, cadera, piernas, omóplatos, hombros, muñecas y manos; están orientados hacia un tipo de movimiento a cuatro patas, ya sea sobre el suelo o por las ramas de los árboles.
Pero con el nacimiento de la superfamilia hominoidea, esto empezará a cambiar. A lo largo de Mioceno y del Plioceno, aparecerán especies que emplearán otros mecanismos para desplazarse, por lo que sus diseños corporales empezarán a adaptarse poco a poco hacia el movimiento sobre dos pies o bipedismo, típico del género Homo.
Así que la clasificación que emplearé para los hominoideos está basada en el criterio genético primero, después en la forma de desplazamiento y, por último, en la capacidad para el lenguaje, que también inducirá, o será consecuencia no lo sabemos todavía, de cambios en la estructura del cráneo.
La clasificación de las especies vivas de la superfamilia Hominoidea que viene en la wikipedia es esta:
- Hilobátidos
- Homínidos
- Ponginos o Póngidos
- Homininos
- Género Gorilla. Gorilas
- Género Pan. Chimpancés y bonobos
- Género Homo. El ser humano u Homo sapiens.
Para ilustrar la clasificación de la familia hominoidea, nada mejor que este cartel de época: «Who is who in the zoo». Obra de Work Projects Administration Poster Collection [Public domain], via Wikimedia Commons.
Características de los gibones
La familia de los Hilobátidos o gibones modernos está compuesta por especies de monos, de tamaño relativamente pequeño, que están completamente adaptados a la vida en los árboles. Nunca bajan al suelo.
Se trata de animales con hábitos diurnos que comen principalmente fruta, aunque son capaces de complementar su dieta con hojas y, ocasionalmente, insectos.
Son, además, seres sociales que viven formando grupos permanentes en los que los individuos tienen relaciones estables entre sí, más allá de los contactos de carácter sexual orientados únicamente a la reproducción. En concreto, forman parejas monógamas que viven con un promedio de dos hijos en un territorio relativamente pequeño. Y, para defenderlo, no suelen recurrir a la violencia sino que la pareja emite ruidosos cantos de advertencia a la vez que realizan acrobacias y rompen ramas.
Pero la diferencia fundamental está en el modo de desplazamiento. Si los primates cercopitécidos se movían a cuatro patas, los hominoideos no. En concreto, las especies de gibones de esta primera familia Hilobátida se moverán mediante un sistema llamado braquiación, que consiste en el desplazamiento por los árboles, agarrándose de rama en rama, mediante los brazos
La braquiación es una de las características de los gibones. Fijaos cómo utiliza los brazos en los desplazamientos por las ramas de los árboles. Obra de Charlie Marshall de Bristol UK, United Kingdom (Posing on A Rope)
[CC BY 2.0] , via Wikimedia Commons
¿A qué llamamos homínidos?
Desde tiempos de Darwin, la definición de homínidos era bastante restrictiva. Se consideraba que, dentro de los Hominoideos estaban incluidos, por un lado, los Grandes Simios antropomorfos: gorilas, chimpancés y orangutanes, y por otro nosotros, los seres humanos.
La diferencia estaba en dos elementos: el Homo sapiens era la única especie plenamente bípeda y además estaba dotada de inteligencia.
Desde 1859, el año de publicación del “origen de las especies”, este criterio ha cambiado bastante. Sobre todo porque hoy en día sabemos que el ser humano no es la única especie inteligente sobre el planeta.
Por ejemplo, en este artículo (en inglés) se describen algunas de las increíbles capacidades intelectuales de los delfines.
Entonces, como no podemos emplear la inteligencia como criterio de clasificación, tenemos que echar mano de otro criterio. Este será el genético. Analizando el genoma de todos los Grandes Simios, el ser humano incluido, y agrupando por afinidad, la familia de los Homínidos se divide en dos sub-familias genéticamente diferenciadas: la de los Póngidos y la de los Homíninos.
Póngidos
Hoy en día, la subfamilia de los Póngidos o Ponginos está integrada por un único género, el género Pongo, que agrupa varias especies de Orangutanes.
Las únicas especies de que quedan vivas están en Indonesia, en las islas de Sumatra y Borneo. Por su parecido con los seres humanos, los malayos los llamaban en su idioma “Orang-Utan”, que significa hombre de la selva, de ahí su nombre.
Los orangutanes son uno de los mayores primates vivientes. Los machos suelen medir alrededor de 1 metro 60 cm y pesar más de 100 Kg. Tienen el pelaje rojizo o anaranjado y unos brazos fuertes, más largos que las piernas y dotados de manos prensiles.
Genéticamente se encuentran a medio camino entre los grandes simios y los gibones que hemos hablado antes. Por eso, no se encuadran en ninguna de las dos familias y tienen un género propio.
Por su configuración anatómica, pueden desplazarse por los árboles mediante braquiación. Sin embargo, como pesan bastante más que los gibones, han necesitado desarrollar otro método de desplazamiento que emplea las cuatro extremidades.
Este otro método se llama “trepa” y consiste básicamente en agarrar con manos y pies todo lo que tengan cerca, tanto troncos para subir y bajar, como ramas gruesas para desplazamientos horizontales.
El orangután es un homínido del género de los Póngidos. Las patas disponen de pies con capacidad de agarre y dotados de pulgares hacia dentro, muy parecidos a las manos, que son capaces de desplazarse agarrándose a las ramas por el método de la trepa.
Foto de Becker1999 tomada en el Zoo de Houston [CC BY 2.0] , via Wikimedia Commons
Pero lo interesante de la trepa es que, en caso de necesidad, puede emplearse para caminar por el suelo. Los Orangutanes hacen esto apoyando los puños y los bordes externos de los pies. Esta forma de desplazamiento sobre los puños se denomina en inglés fist walking y se puede traducir a español como trepa terrestre.
Aunque los orangutanes son primates capaces de bajar al suelo, éste no es un lugar que les resulte cómodo, prefieren pasarse la vida subidos a los árboles de las selvas tropicales indonesias.
En otros aspectos sí que son parecidos al resto de Grandes Simios, tienen una dieta basada sobre todo en el consumo de fruta, aunque también se dedican al forrajeo oportunista. Es decir se comen todo lo que pillan: setas, hojas tiernas, insectos, huevos de aves e, incluso, pueden llegar a cazar a algún mamífero pequeño.
También son seres sociales y, al igual que los Gibones, desarrollan comportamientos territoriales. No obstante, son los menos sociales de los grandes simios.
Homíninos: significado y tipos
La otra subfamilia de Homínidos es la Homínina y consiste en la agrupación de varios géneros, que a su vez contienen diferentes especies.
Desde el punto de vista genético comparten ente sí más del 98% de los genes, por lo que este criterio no es suficiente para clasificarlos por géneros. En su lugar, para distinguir entre póngidos y homíninos atenderemos a otra característica de la que ya hemos hablado, la bipedestación. O sea, que el significado de homíninos es ese: homínidos bípedos.
Al principio, los primates eran cuadrúpedos. Se desplazaban con las cuatro extremidades, pero, llegado el momento, empezaron a colgarse de las ramas por los brazos. Es la aparición de este nuevo modo de desplazarse el que hizo que las estructuras anatómicas cambiasen.
Los primates dejaron de ser cuadrúpedos como este mandril. El cambio de postura necesitó de la evolución de las estructuras anatómicas para adaptarse a las nuevas formas de movimiento. Comparad las posiciones de las cuatro patas con las fotos de gibones y orangutanes que salen antes. Obra propia de Pkuczynski
[CC-BY-SA-3.0]
, via Wikimedia Commons
De la postura cuadrúpeda, se empezó a transformar la posición del cráneo, la estructura de los hombros, de la columna y de las manos. Todo ello para adaptarse mejor la postura de estar colgado en vertical.
Esto tiene una implicación muy profunda: los primates no bajaron al suelo y después adoptaron la postura erguida. En realidad, fue al revés, el cambio ocurrió en las ramas de los árboles.
Pero los orangutanes, siendo braquiadores, fueron un paso más allá. De la braquiación pura pasaron a la trepa terrestre, en la que caminaban por el suelo apoyándose sobre los bordes externos de los pies y sobre los puños. En concreto, sobre las falanges proximales de los dedos, las más cercanas a la palma de la mano.
Sin embargo, desde el punto de vista anatómico, la trepa terrestre equivale a la braquiación, por lo que no se puede decir que los orangutanes sean bípedos, sino braquadores. Este es el motivo por el que no se incluyen en la subfamilia homínina.
Los homíninos sí que son primates bípedos. Se mueven por el suelo apoyando la planta del pie entera, no solo el borde externo. Esto ya se considera bipedestación, y los gorilas son capaces de realizarla.
Otra diferencia respecto de los orangutanes es que los gorilas, en sus desplazamientos por tierra, no apoyan los puños sino que apoyan los nudillos. Es decir, se apoyan en las falanges medias de los dedos. Por eso, esta forma intermedia de bipedestación se conoce como nudilleo.
Gorilas y chimpancés
El género Gorilla es el primer tipo de homínino, pero no es el único. Los otros dos géneros vivos hoy en día son el género Pan (formado por chimpancés y bonobos) y el género Homo, que actualmente sólo tiene una especie, el Homo sapiens.
Entonces, ¿qué criterio empleamos para clasificar los géneros?
Desde el punto de vista genético, si los gorilas compartían con nosotros el 98% de los genes, los chimpancés comparten el 98,7%. Son parientes nuestros mucho más cercanos. Tanto es así, que el nombre de Pan para el género se puso por este motivo.
El dios griego Pan, era mitad humano mitad animal, de ahí que, cuando los europeos vieron a los chipancés por vez primera pensaron que eran medio humanos. Ilustración tomada de la página 102 del libro Recueil d’Emblêmes ou tableau des sciences et des vertus morales de Jean Baudoin, publicado en 1685. [Public domain], via Wikimedia Commons
Por cierto, el nombre de chimpancé deriva de kimpanzi, la palabra en idioma bantú con el que se conoce en el actual Zaire, el antiguo Congo, a estos animales.
Ambas dos se desplazan por el suelo mediante el nudilleo, igual que los gorilas, y también conservan la capacidad de subir a los árboles si es necesario.
Las diferencias entre ellos, desde el punto de vista anatómico, están relacionadas con el factor dieta. Ambos géneros: Pan y Gorilla, son omnívoros, comen todo lo que tienen a mano. Pero, los gorilas están más especializados en la parte herbívora. Es decir, la base de la dieta son frutas, hierbas, raíces y cortezas de árbol.
Esta alimentación más dura requiere una masticación más potente, luego las muelas y as mandíbulas deben estar adaptadas para este trabajo extra. Además, necesitan una potente musculatura facial que permita la masticación. Estos músculos se insertan en una protuberancia del cráneo en forma de cresta, que es típica de los gorilas.
El cráneo del centro pertenece a un gorila, el de la izquierda a un orangután y el de la derecha a un chimpancé. Notad las crestas sagitales de los cráneos del orangután y del gorila. Estas estructuras óseas son necesarias para que los músculos masticadores puedan sujetarse bien al cráneo. Obra propia de Tiia Monto [CC-BY-SA-3.0], via Wikimedia Commons.
Por otra parte, para poder extraer todos los nutrientes, los gorilas necesitan digestiones más largas, lo que favorece una mayor longitud del tubo digestivo.
Por todos estos motivos, el incentivo es crecer. A mayor tamaño, más músculos, mejor masticación, mejor digestión y mayores opciones contra los depredadores.
Los gorilas macho miden 1,75 m de altura y pesan 200 kg en promedio.
Viven en grupos de entre 5 y 30 individuos formados por hembras, crías y un solo macho dominante, que es el centro de la vida social.
La diferencia entre el género Pan y el Gorilla está en que la dieta de los chimpancés, aún siendo omnívora, se orienta más hacia el consumo de carne. De hecho, suelen cazar en grupo empleando estrategias complejas y herramientas.
Desde el punto de vista fisiológico, los dos tejidos que más energía consumen en el cuerpo es el cerebro y el intestino. Ambos compiten por llevarse las calorías que toma el animal.
Resulta que la carne aporta al cuerpo muchas más calorías que los vegetales. Por este motivo, un incremento de la ingesta de carne pudo permitir que el tamaño del intestino fuera menor, lo que dejaría más energía disponible para el crecimiento del cerebro.
chimpancés y humanos
El consumo de carne, en el contexto de una dieta omnívora, es un rasgo que comparte el género Pan con el Homo.
Si los gorilas necesitan crecer para ser eficientes en su consumo de calorías, Chimpancés y humanos, no dedican tanta energía a la digestión. Ese exceso lo invierten en el desarrollo del cerebro.
¿Dónde está la diferencia fundamental entre chimpancés y humanos? En la capacidad de comunicación verbal. El lenguaje es la estrategia evolutiva que ha utilizado el género Homo en su expansión por el planeta. Obra de anura_saliya (Anura Peiris) [CC BY 2.0], via Wikimedia Commons
Al final del Plioceno, hace 2,6 Ma, la familia hominoidea se había dividido en al menos cuatro linajes de los que derivarían un millón de años más tarde los géneros de los que henos hablado hasta ahora: el de los orangutanes, el de los gorilas, el de los chimpancés y el humano.
¿Cómo ocurrió este proceso? ¿Qué especies de hominoideos, homínidos y homíninos aparecieron? ¿Porqué evolucionaron unas en otras?
¿Qué significan Mioceno y Plioceno?
Mioceno y Plioceno son las dos épocas o series en las que se divide el periodo geológico del Neógeno. Ambas dos están separadas por un evento a escala planetaria que cambiaría el clima global sobre el planeta.
Para empezar vamos a hablar del significado etimológico de los nombres Mioceno y Plioceno. Y para ello conviene tener presente algo que ya comentamos en el episodio anterior, los significados de las palabras griegas:
- Neo, que es nuevo,
- Kainós, que significa renovado,
- Paleós, antiguo,
- Genos, linajes y
- Zóo, animal
Así, la era Cenozoica se dividía en dos periodos. El primero era el Paleógeno, que deriva de “paleós kainós” o linajes antiguos, en referencia a unas especies de mamíferos todavía arcaicas.
Pues bien, ahora le llega el turno a los nuevos linajes, a los neo kainós, o sea a las familias modernas de mamíferos del Neógeno.
El Neógeno entonces se dividirá en dos periodos geológicos y para ponerles nombre necesitamos un par más de palabras griegas:
- Meion, que significa menos y
- Pleion, que significa más.
Esto nos permitirá nombrar la primera serie del Neógeno como meion kainós o Mioceno, en referencia a los menos renovados de esos nuevos linajes de mamíferos.
El otro nombre es fácil ahora: pleion Kainós o Plioceno, la segunda serie del periodo Neógeno dedicada a los más renovados de esos linajes de mamíferos.
Mioceno
Definición de Mioceno
El Mioceno es la primera de las dos épocas o series en las que se divide el periodo geológico del Neógeno. Comenzó hace 23 Ma y terminó hace 5,3 Ma.
Tradicionalmente, el Mioceno se dividía en tres edades: inferior, medio y superior. Pero hoy en día esta antigua división se ha sustituido por otra más moderna que considera seis edades o pisos, en función de los tipos de fósiles de algas unicelulares hallados en cada estrato. En el artículo de la wikipedia podéis consultar sus nombres.
Durante la última serie del Paleógeno, los continentes actuales andaban desplazándose hacia sus posiciones modernas, aunque todavía faltaba el puente de unión entre norte y sur América.
Durante el Mioceno, este lento desplazamiento de las placas continentales alteró la circulación de las corrientes oceánicas que comenzaron a transmitir el frío de la corriente polar antártica al resto del planeta. Así de un clima tropical generalizado, se pasó a uno de temperaturas más frescas.
En la antártida empezó una primera glaciación. El crecimiento de estas enormes masas de hielo fue retirando agua de la atmósfera y haciendo descender el nivel de los océanos. Esto tuvo como consecuencia que el clima se fue desecando en las épocas siguientes.
Debido al clima más fresco y seco resultante, la selva tropical fue desapareciendo de las latitudes altas dando paso a grandes praderas o a arbustos bajos en las zonas continentales más áridas. Este deterioro del clima es el que explica el gran desarrollo de las plantas herbáceas y de los arbustos durante el Mioceno.
Fauna del Mioceno
¿Qué efectos tuvo la desecación del clima sobre los animales del Mioceno? El crecimiento del hielo antártico tuvo un efecto global sobre el planeta que impactaría en las especies de una forma doble.
El descenso del nivel del mar abrió nuevas rutas de comunicación por las que los animales terrestres realizaron diversas migraciones. Así, a África, llegaron los herbívoros rumiantes y los carnívoros; y a Eurasia se desplazaron los ancestros de los elefantes más conocidos como mastodontes.
El mastodonte es un buen ejemplo de la fauna típica del Mioceno. En Milford, Nueva Escocia (Canadá) aparecieron huesos de mastodonte en 1991. Para celebrar el evento, levantaron esta espectacular estatua de más de 4 metros de alto. Fotografía de Dennis Jarvis de Halifax, Canada (DSC07369 – Mastodon Ridge) [CC BY 2.0], via Wikimedia Commons
El continente norteamericano también fue alcanzado por estas corrientes migratorias a través del Estrecho de Bering. Sin embargo, Australia y Sudamérica quedaron más aisladas. Este aislamiento relativo es el que permitió a marsupiales y monotremas sobrevivir hasta el día de hoy en la isla continente australiana.
El segundo efecto de la desecación del clima fue el cambio en el tipo de vegetación en grandes áreas del planeta. En las regiones polares, las más alejadas del trópico, la selva tropical fue borrada del mapa. En su lugar crecieron inmensas praderas con una vegetación de tipo herbáceo con tallos más duros.
En estas latitudes, los animales adaptados a la selva desaparecieron bastante rápido, dejando paso a grandes herbívoros rumiantes, como caballos y rinocerontes, y otras especies más pequeñas como roedores y lagomorfos.
Biomas o regiones ecológicas del Mioceno que aparecerán en el episodio
Todas las imágenes se han obtenido vía Wikimedia Commons.
Pradera pertenece a Vssj [CC BY-SA 3.0].
Bosque templado de coníferas pertenece a Scott Wylie de UK [CC BY 2.0].
Selva pertenece a Frank Vassen de Bruselas [CC BY 2.0].
Bosque tropical seco pertenece a Rod Waddington [CC BY-SA 2.0].
En los ecosistemas donde todavía quedaban árboles, la selva tropical fue sustituida por un bosque templado de árboles de hoja caduca, con lo que los animales que dependían de las hojas y de la fruta para su sustento se quedaron sin alimento.
Sólo quedaron cubiertas de bosque húmedo las latitudes ecuatoriales comprendidas entre ambos trópicos. De todas formas, todavía se trataba de gran parte de los continentes africano y euro-asiático, incluyendo la península ibérica.
Es en este contexto de clima cambiante donde aparecen las familias modernas de mamíferos y aves, incluyendo los antepasados de ballenas y focas. Y donde, además, los ancestros de los grandes simios se verán forzados a evolucionar por la progresiva desaparición de sus hábitats naturales.
Fósiles del Mioceno
Selección de mamíferos que vivieron durante el Mioceno
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Borophagus es una ilustración de Charles R. Knight, el pintor estadounidense fallecido en 1953. [Public domain].
Paleoparadoxia, Chamitataxus y Osbornoceros son ilustraciones de Nobu Tamura [CC BY 3.0].
Hominoides – historia evolutiva
Hace alrededor de 20 Ma se había producido la división entre los monos con cola (los primates cercopitécidos) y los hominoideos. Pues bien, la primera de estas familias hominoideas fue la Proconsúlida, y apareció en los calurosos ambientes de los bosques tropicales.
El Procónsul era un mono pequeño, de alrededor de 20 kg, que estaba perfectamente adaptado a este hábitat de jungla.
Cónsules – nombre con el que se conocían en la época victoriana a los chimpancés de circo
Todas las imágenes se han obtenido vía Wikimedia Commons y son de dominio público ([Public domain]) por haber sido publicadas hace más de 70 años.
Su forma de desplazamiento era cuadrúpeda ya que disponía de una mano en cada extremidad, lo que le confería una gran habilidad para los desplazamientos por las ramas de los árboles. Esto significa que estos primeros homínoideos mantenían la misma forma de desplazamiento que sus parientes cercopitécidos. Para ilustrarlo recordad esta imagen otro episodio anterior.
A lo largo del tiempo, la rama de los Proconsúlidos se diversificó en varias subfamilias de las que ninguna ha sobrevivido hasta nuestros tiempos.
Sin embargo, en el periodo comprendido entre hace 20 y hace 17 Ma, los primates hominoideos empezaron a mostrar una nueva característica relacionada con la forma de moverse.
En un entorno de bosque tropical, repleto de árboles, los primates pequeños aprendieron que podían desplazarse de una forma muy eficiente si saltaban de rama en rama colgados por los brazos.
Lo importante es que la braquiación inició el cambio de la postura cuadrúpeda a la postura erguida en los primates.
El primer fósil que muestra adaptaciones corporales encaminadas a la braquiación es el Dendropithecus, un primate pequeño y esbelto que vivió en África durante este periodo.
El Dendropiteco es un animal importante porque constituye el inicio de una rama evolutiva diferente en los homínidos. Es el ancestro común a toda la familia Hilobátida. A partir de él, los primates de este linaje, siendo cuadrúpedos, se adaptaron a la braquiación como forma principal de desplazamiento. Hoy en día, sus herederos son los modernos gibones.
La primera especie que se inició en la braquiación fue la dendropitécida, y por tanto comenzaron la historia evolutiva de los hominoides. Fotografía de Mike Prince [CC BY 2.0], via Wikimedia Commons
Pero antes de continuar con la evolución de los primates hominoideos debemos hacer un alto en el camino para mencionar otra especie de simios primitivos llamada Morotopithecus. Se trata de uno de los primeros animales que poseen un diseño corporal con características humanoides.
Características físicas de los Homínidos
Los homínidos arcaicos tomaron dos caminos para lograr una ventaja competitiva de cara a la selección natural. Por un lado, ganaron la capacidad de bajar al suelo, y por el otro, ampliaron el abanico de alimentos disponibles. Ambos determinaron las características físicas que heredarían los homínidos más antiguos.
Para ganar acceso al suelo ya sabemos cuál fue la estrategia: trepar por el tronco para bajar del árbol. Para ello, los simios aprovecharon las articulaciones y estructura ósea adaptadas a la postura erguida logradas por la braquiación.
Una vez en el suelo, pudieron caminar apoyando el borde externo de los pies y los puños. Esta es la trepa terrestre de la que hablé al principio del programa. Recordad, no obstante, que esto todavía no es bipedismo.
La otra adaptación tuvo que ver con los dientes. Una vez en el suelo, los primitivos homínidos pudieron comer raíces y cortezas de árboles, para lo que hacía falta dientes más recios que los adaptados a la tierna fruta.
Ambos factores, trepa terrestre y dientes, fueron los que ampliaron el rango de alimentos al alcance de los Homínidos primitivos y les proporcionaron la ventaja necesaria para adelantar a otras especies en la carrera de la evolución.
Homínidos arcaicos
Bueno… Y según avanzaba el Mioceno apareció una de esas familias de Homínidos más antiguas, la de los Dryopithecus.
En principio, parece ser, que se originó en África, pero después se extendió por gran parte de Europa llegando hasta Asia saltando de árbol en árbol, allí donde hubiese bosque tropical húmedo y caluroso.
Bueno, pues uno de los driopitecinos más famosos vivió hace 13 Ma; y se considera que es el primer antepasado común a los seres humanos y al resto de grandes simios. Me refiero al Pierolapithecus catalaunicus.
Por el análisis de sus restos, los machos de esta especie pesaban entre 30 y 35 kg de peso y medían entre 1 y 1,2 m de altura. Vamos que eran ejemplares bastante grandes y, además, eran braquiadores.
Recreación del Pierolapithecus catalaunicus en el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont de Sabadell, España. Fotografía de Nasobema lyricum [CC0 1.0], via Wikimedia Commons
¿Homínidos acuáticos?
Como curiosidad científica vale la pena mencionar La Hipótesis del simio acuático.
Con los conocimientos de hoy en día, la hipótesis del simio acuático no se sostiene. Sin embargo, es útil para ilustrar un par de cuestiones relativas a los homínidos y su evolución, que sí son relevantes.
El primer tema es que hacia finales del Mioceno se produjeron unos cambios geológicos en la cuenca mediterránea que tuvieron un gran impacto local.
El efecto se conoce como las “Crisis salinas del Mediterráneo” que se produjeron en la transición entre las edades geológicas Tortoniense y Mesiniense.
Los geólogos han observado que tanto en los fondos marinos como en las áreas ribereñas del Mediterráneo existen grandes depósitos de sales. De hecho, todas las minas de sal de la antigüedad se formaron en esta época. La explicación que dan es que el mar Mediterráneo sufrió varios ciclos de desecación/inundación que dieron lugar a estos depósitos.
En el contexto de estos ciclos de inundación/desecación del Mediterráneo, durante los periodos de transición, se abrían ventanas de oportunidad para que ciertas especies emigrasen desde África a Europa o al revés.
En la imagen hay un enlace que muestra una animación en video de la crisis salina del Messiniense que tuvo lugar durante el Mioceno. En ella, se acumuló tanta sal en el fondo marino que el mar se desecó casi completamente. Este puente terrestre fue aprovechado por muchas especies para trasladarse entre África y Europa. Fotografía de Paubahi. Animación realizada por Federica Brigida con la supervisión de Marina Bolado Penagos y Daniel Garcia-Castellanos. Ambas obras poseen la licencia [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons
Así, los mamútidos antepasados de los elefantes pudieron extenderse desde África hasta Asia. En cambio, los antepasados de los caballos hicieron el viaje contrario. Pues bien, acompañando a estos animales precursores de los Équidos, los Grandes Simios se extendieron por las regiones asiáticas, europeas y africanas donde todavía subsistía la selva tropical.
Entonces, cuando el mar subía en esos ciclos, se creaban islas donde algunos primates quedaban más o menos aislados y podían evolucionar con tranquilidad, sin demasiados depredadores cerca.
Llegado el momento, cuando el nivel del agua bajaba y se abrían puentes terrestres, estas especies podían emigrar hacia otras regiones.
Esta situación pudo darse en algunas islas de la ribera norte del Mediterráneo, ya que allí han aparecido fósiles de un primate homínido muy especial que vivió hace unos 8 Ma: el Oreopithecus bambolii.
Fósil de Oreopithecus bambolii que se encuentra expuesto en el Museo de Paleontología de Florencia. Fotografía de Ghedoghedo [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons
Por la estructura de los huesos parece ser que eran animales braquiadores, por lo que podían desplazarse colgados de las ramas. Pero además, también podían caminar por el suelo, apoyados sobre las dos patas traseras. Esto lo deducen por la forma de la columna vertebral, que está curvada en la zona lumbar.
¿Y qué relación tienen los oreopitecinos con los simios acuáticos? Pues poca, la verdad. La única relación está en que el Oreopithecus creció en entornos pantanosos y se supone que, por la forma de los huesos de la mano, eran capaces de nadar, algo lógico si pensamos que vivían en humedales.
Primeros homínidos bípedos
Pero la parte interesante está en que los científicos piensan que driopitecinos y los oreopitecinos pudieron compartir hábitats y, así, realizar a la vez el tránsito desde África hasta Asia.
Al parecer, análisis genéticos realizados a orangutanes y otros grandes simios, apuntan a que la divergencia entre especies se produjo en un periodo comprendido entre hace 14 y hace 7 Ma, que es más o menos esta época final del Mioceno que he estado relatando.
Es decir, que sobre esta época, se produjo la separación del tronco de la familia homínida en dos ramas: una que se decantaría por la adaptación a los árboles y otra que se adaptaría a la vida en el suelo.
Probablemente, los oreopitecinos fueron los ancestros de la rama braquiadora, adaptada a los árboles, aunque sin perder capacidad de trepa. Esta rama derivaría en los modernos Orangutanes que he mencionado, o por decirlo más científicamente, en la subfamilia de los Póngidos o Ponginos.
En cambio, la otra rama de la familia, la driopitécida, se adaptó a unas circunstancias que la forzó a pasar cada vez más tiempo en el suelo en busca de alimentos.
De ella aparecería la subfamilia homínina, cuya característica principal, esta vez sí, será la bipedestación o desplazamiento sobre las dos piernas apoyando la planta completa del pie en el suelo.
Orrorin y Tumai
Acabamos de aterrizar en otro de los momentos clave de la historia evolutiva de nuestra especie. Es otra de esas situaciones de pastilla roja o azul que se produjo hace 8 Millones de años, en las fases finales del Mioceno.
En un principio, tanto driopitecinos como oreopitecinos compartieron hábitats y se extendieron por África, Europa y Asia. Pero el clima, de forma lenta e inexorable, se iba volviendo cada vez más frío y árido. Esto hizo que, en latitudes por encima de los trópicos, la selva empezase a desaparecer siendo sustituida paulatinamente por grandes bosques de hoja caduca.
El resultado es que las poblaciones de primates del sudeste asiático y de África quedasen aisladas unas de otras. En la parte asiática, los oreopitecinos, mejor adaptados a los árboles, pudieron sobrevivir y han llegado a nuestros días como los modernos orangutanes.
En la parte africana no tuvieron tanta suerte. Allí, la escasez de fruta y otros alimentos de los árboles empujaron a los driopitecinos hacia la adaptación a la vida sobre el suelo y a la bipedestación.
Por tanto, fue hace 8 Ma, cuando se produjo la división de la familia homínida entre la rama Póngida, adaptada a los árboles, y la rama Homínina adaptada al suelo gracias a la capacidad de marcha sobre las patas traseras.
Ahora es el momento de recordar el inicio del episodio, cuando dijimos que los Homíninos eran primates homínidos bípedos y que se dividían en tres géneros: gorila, chimpancé y humano.
Así que ahora nos centraremos en ese momento de la historia evolutiva, que tuvo lugar al final del Mioceno, en el que los driopitecinos se adaptaron a la vida en el suelo. Y para ello, acudiremos al registro fósil a ver qué podemos averiguar.
Si acudimos a la página de la wikipedia sobre los fósiles de la evolución humana, veremos que al final del Mioceno sólo hay dos especies de la subfamilia homínina.
El homínido Toumai
La primera de ellas es una especie que fue caracterizada a partir de restos de unos 6 ó 7 Ma de antigüedad que se hallaron en la región del Sahel, en el actual país del Chad al sur de Libia.
Dado que Sahelanthropus tchadensis es un poco complicado de pronunciar, los restos fueron bautizados con un nombre coloquial, Tumai (Toumai o Toumaï), que significa en el idioma local “esperanza de vivir”.
Reproducción de la cabeza y hombros del homínido Toumai. Fotografía de Didier Descouens [CC BY-SA 4.0], via Wikimedia Commons
La importancia de Tumai es que se trata del primer homínino del que disponemos de fósiles. Así, la forma del cráneo indica que pudiera ser bípedo. Por otra parte, posee un volumen craneal de 350 centímetros cúbicos, similar al de los modernos chimpancés.
Pero ahora aparece un gran problema. Si nos preguntamos sobre los rasgos que predominan en él (rasgos de gorila, chimpancé o humano), no tenemos respuesta clara.
Características del Orrorin tugenensis
Alrededor del año 2.000, en la región de Tugen, situada en Kenya, aparecieron unos restos fósiles, que tenían unos 6 Ma de antigüedad, y que parecían relacionados con los seres humanos modernos.
Enseguida se pensó que eran nuestros ancestros más remotos, por lo que inmediatamente fueron bautizados como “el hombre original”. Eso, precisamente, es lo que significa Orrorin en lengua Tugen. Y así, la especie se llamó Orrorin tugenensis.
La realidad era que no se trataba de restos humanos, ni mucho menos. De hecho, mostraban también muchas características comunes a chimpancés y humanos, pero un poco menos de gorila.
Los fósiles de Orrorin fueron hallados en las colinas Tugen de Kenya. Mapa de Chartep [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons
Hoy en día interpretamos los restos de Sahelanthropus y Orrorin, como antecesores de los linajes que darán lugar a las tres ramas mencionadas. Y, sin darnos cuenta, estamos llegando a otra de esas encrucijadas evolutivas. Una especie, de repente, desaparece del mapa y en su lugar aparecen varios parientes con características diferenciadas.
Características del Plioceno
Hace 5,3 Millones de años aproximadamente empezó el Plioceno o pleion kainós, la época donde aparecieron los más nuevos de entre los nuevos linajes de mamíferos. Y entre ellos surgirán, esta vez sí, los antepasados de los seres humanos. La época o serie del Plioceno terminaría hace 2,5 Ma dando paso, después, al Periodo Cuaternario de la era Cenozoica.
Será en este punto, al final del Plioceno o al inicio del periodo Cuaternario, cuando terminaremos este pequeño recorrido por la historia evolutiva de la Tierra. A partir de ahí ya podremos decir que empezará la prehistoria de la humanidad.
Pero eso será después, ahora nos centraremos en el Plioceno. Su característica geológica más importante fue la formación del istmo de Panamá que influiría de forma determinante en el clima del planeta.
Imagen de satélite del Istmo de Panamá tomada en 2003. Por Jeff Schmaltz, MODIS Rapid Response Team, NASA/GSFC [Public domain], via Wikimedia Commons
En efecto, entre los sub-continentes de América del norte y de América del sur no había ninguna barrera que impidiese el paso de las corrientes marinas ecuatoriales, lo que hacía que el clima del planeta fuese razonablemente cálido en promedio. Tan sólo había hielo en el polo sur, en la Antártida.
Sin embargo, el desplazamiento de las placas tectónicas que habían bajo la superficie del mar, causó una gran actividad sísmica que derivó en terremotos, volcanes y la elevación del fondo marino hacia la superficie.
Con el paso del tiempo, las corrientes fueron arrastrando sedimentos que unieron las islas recién creadas con las plataformas continentales. Así se formó el istmo de Panamá.
Esta formación geológica interrumpió el flujo de las corrientes cálidas ecuatoriales entre los océanos Pacífico y Atlántico, por lo que este último océano vio aumentada la salinidad de sus aguas. Y, además, formó el actual sistema de circulación mundial de corrientes, lo que originó cambios en el clima de todos los continentes.
Otro gran efecto que impactó sobre la fauna del continente americano fue el llamado “Gran Intercambio”. La conexión física entre los sub-continentes norte y sur permitió que muchas especies norteñas pasasen al sur, y viceversa.
Clima durante el Plioceno
Las nuevas corrientes marinas, generadas a causa del istmo, empezaron a transportar agua fría hacia el polo norte del planeta, por lo que allí también empezaron a formarse grandes masas de hielo.
La formación de hielo en el Ártico y en el Antártico comenzó a retirar, poco a poco, ese vapor de la atmósfera intensificando el proceso de desecación y de enfriamiento del clima que había tenido lugar en el Mioceno.
Una diferencia respecto de las eras geológicas anteriores estaba en que ya no se podía hablar de un clima global uniforme. En este periodo comenzaron a aparecer variaciones climáticas en función de dos factores: las estaciones del año y las regiones donde se ubican los ecosistemas.
Así, en las regiones de clima más frío, el subsuelo permanecerá helado todo el año y la única vegetación que podrá vivir serán musgos o líquenes. Este tipo de terreno se denomina tundra.
En las latitudes más bajas adyacentes a los polos, principalmente en el hemisferio norte, la selva será sustituida por extensísimos bosques de coníferas, como por ejemplo los de Norteamérica. En cambio, en zonas de llanura, crecerán pastizales cubiertos de plantas herbáceas de tallo corto. O sea, las praderas.
Las regiones cerca de los trópicos, antaño cubiertas por densa jungla, se verán transformadas en sabanas. Las sabanas típicas de África y Suramérica serán llanuras cubiertas de vegetación de tipo herbáceo de tallo alto, arbustos y árboles relativamente pequeños. En las zonas más áridas, incluso, aparecerán desiertos. Esto es lo que ocurrirá, en particular, en el norte de África, donde habitaba el Sahelanthropus.
Y así, la selva tropical, que en otras épocas dominó el planeta, desapareció de los continentes quedando restringida únicamente a las regiones cercanas al ecuador terrestre.
El Gran Valle del rift africano
Pues bien, hay una de esas regiones ecuatoriales en el continente africano en la que, hacia finales del periodo Paleógeno, hace unos 30 Ma, comenzó a surgir una formación geológica llamada rift.
Ese lugar se convertirá en un punto clave en la historia evolutiva del ser humano ya que allí, han aparecido la gran mayoría de los fósiles que nos permiten interpretar la evolución de los homíninos. Por eso, vamos a hablar un poco de esta región tan importante conocida como El Gran Valle del Rift Africano.
Un rift es una formación geológica que tiene su origen los desplazamientos de las placas tectónicas sobre las que se asientan los continentes. Cuando el magma del núcleo terrestre asciende hacia la superficie y choca contra una placa, se crea una fractura en el terreno que dará lugar a dos placas continentales separadas.
Esa primera fractura se denomina valle del rift y, con el tiempo, se transformará en una cuenca oceánica que separará dos nuevos continentes.
Pues bien, justo en el límite de la placa que forma el continente africano con la placa de la península arábiga, se sitúa una de estas fracturas geológicas.
El Gran Valle del Rift en imágenes
Todas las imágenes se han obtenido vía Wikimedia Commons.
Localización del Valle del Rift en África pertenece a «En rouge» [CC BY-SA 3.0].
Panorámica del Valle del Rift en Kenya pertenece a «Ndunguwanjoroge» [CC BY-SA 4.0].
Otra panorámica desde Kenya pertenece a «Appleslerp» [CC BY-SA 4.0].
Panorámica del Valle del Rift desde Tanzania pertenece a Sachi Gahan de San Francisco (USA) [CC BY-SA 2.0].
El Gran Valle separará el continente africano en regiones ecológicas con climas locales diferentes: una de ellas, al oeste del valle, continuará siendo selva tropical con árboles repletos de fruta; sin embargo, al oeste del valle aparecerá ese ecosistema nuevo, llamado sabana, en el que no habrá tanto alimento disponible.
Esta separación será un punto importante en la evolución de los primates homíninos.
Por otra parte, en esta formación geológica, podemos encontrar lugares como el lago Turkana (antiguo lago Rodolfo), que aparecerán una y otra vez ligados a los restos fósiles de los antecesores de los seres humanos.
Homínidos en África
Antes de continuar tenemos que resolver una dificultad importante. Si buscamos la página de los fósiles de la evolución humana de la wikipedia, veremos que habían al menos a 64 especies de Homíninos en el periodo que va desde hace 8 hasta hace 2,5 Millones de años. Todas ellas compartieron los mismos hábitats naturales e, incluso, convivieron a lo largo de amplios periodos de tiempo.
Por otra parte, los suelos de la jungla tropical son ácidos, lo que no permite una buena conservación y posterior interpretación de los restos fósiles. Esto hace que la mejor información haya sido encontrada en las zonas más secas del Gran Valle.
Todo esto hace muy difícil la interpretación de los restos y su posterior clasificación en géneros. De hecho, hay fósiles que se pensaba eran de una especie y al final han acabado definiendo otra nueva.
En 2014, el genetista francés Pierre Chardin propuso un nuevo árbol de clasificación de los homíninos que clasificaba de forma muy elegante los fósiles como pertenecientes a alguna de las tres ramas: gorilas, chimpancés y seres humanos. Todo ello basándose en el estudio del cráneo y los dientes.
Las referencias las encontré en este artículo del blog “Paleoantropología hoy”.
Hace 8 Millones de años, según avanzaba el Mioceno, los driopitecinos debían pasar cada vez más tiempo en el suelo para recolectar alimentos, pero sin perder la capacidad de acceder a los árboles.
Este fue, precisamente, el motor que impulsó las adaptaciones corporales hacia la bipedestación de las que ya hemos hablado. Además se produjo una divergencia muy interesante que marcó la diferencia entre driopitecinos y oreopitecinos.
Se trata del gen ADH4, que es el que permite a los mamíferos procesar el alcohol.
La genética nos muestra que los oreopitecinos primero, y sus descendientes los Orangutanes después, nunca tuvieron grandes incentivos para bajar de los árboles, por lo que esta mutación no se transmitió a las generaciones posteriores. No les resultaba útil.
En cambio sus primos Driopitencinos, los que darían lugar a los Homíninos, debían comer fruta podrida en el suelo porque no había otra cosa que echarse a la boca. De este modo, los Grandes Simios pudieron obtener una fuente extra de calorías que les dio ventaja en la carrera de la evolución.
Y del consumo de frutas fermentadas pasaron a las raíces y otros vegetales más duros, para lo que necesitaron una digestión más larga y otro tipo de dientes más especializados en la masticación.
Cuando aumentó la longitud del tubo digestivo, el tamaño de los individuos también creció. Y al final se adaptaron a la vida en el suelo, cambiando la forma de desplazamiento de la trepa terrestre al nudilleo.
Este fue el escenario en el que evolucionaron los driopitecinos. Lo que ahora procede es encajar en la hipótesis de Chardin a los géneros Sahelathropus y Orrorin.
Por orden de antigüedad, el primer resto fósil pertenece al Sahelanthropus tchadensis, a Tumai. La Wikipedia lo considera como el posible precursor de los chimpancés, pero en según la hipótesis que estamos manejando, Tumai sería el fundador del linaje de los gorilas.
La otra especie, el Orrorin tugenensis, tiene poco que ver con los humanos, en cambio muestra adaptaciones adecuadas para la bipedestación por lo que en nuestra clasificación lo asignaríamos a la rama de los chimpancés.
Para ilustrar la teoría he preparado una infografía de la historia evolutiva de los homínidos bípedos más antiguos. Su utilidad es que permite ir encajando los fósiles de las distintas especies de Homíninos que aparecen hasta llegar al género Homo de forma que cada fósil queda clasificado en alguno de los linajes que darán lugar a Gorilas, chimpancés y humanos.
Homínidos bípedos más antiguos by Carlos Rodríguez-Flores Esparza está protegido por la Licencia Internacional Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 [CC BY-SA 4.0].
Obra basada en el trabajo de P. Chardin Hypothesis: Brain size and skull shape as criteria for a new hominin family tree. Las imágenes originales son Género Dryopithecus por Ghedoghedo [CC BY-SA 3.0], Sahelantrophus tchadensis por Erlend Bjørtvedt [CC BY-SA 4.0], Ardipithecus ramidus, Australopithecus Afarensis y Australopithecus africanus por Tiia Monto [CC BY-SA 3.0], Australopithecus anamensis por Nachosan [CC BY-SA 4.0], Paranthropus Aetiopicus por Guérin Nicolas [CC BY-SA 3.0], Homo habilis por José-Manuel Benito Álvarez (España) —> Locutus Borg [Public domain], Australopithecus garhi por Ji-Elle [CC BY-SA 3.0]. Imágenes obtenidas vía Wikimedia Commons.
Género Ardipithecus
Por orden cronológico, después del Sahelanthropus y del Orrorin, el siguiente género que hizo aparición en el registro fósil es el Ardipithecus. Y la primera especie catalogada perteneciente a éste es el Ardipithecus ramidus.
Ardipithecus ramidus
En 1994 se encontraron restos fósiles de 4,4 Ma de antigüedad cerca del río Awash, en la Región etíope del País de Affar, en África. Esos fósiles mostraban adaptaciones corporales orientadas hacia el bipedismo, junto con una dentadura típica de una dieta omnívora, lo que indicaba que pasaba gran parte del tiempo en el suelo.
En la lengua Affar, “ardi” significa suelo y “ramid” significa raíz, de ahí el nombre de Ardipithecus para el género y ramidus para la especie: el mono que habita en el suelo y come raíces.
En 2009 aparecieron los restos de otro esqueleto de hembra adulta, también de 4,4 Ma de antigüedad, que fue bautizada como “Ardi”. Gracias a ella hemos comprobado que, en efecto, podía caminar erguida sobre las dos patas traseras. Sin embargo, la forma del pie y del dedo gordo (que era parecida a la de las manos, con el pulgar hacia dentro) indica que se desplazaría mediante trepa apoyándose en los puños para moverse por el suelo.
Cráneo de Ardi, la Ardipithecus ramidus. Elaborada por Tiia Monto [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons
Los cráneos de esta especie muestran rasgos que hacen pensar en el desarrollo de capacidades sociales. La referencia es el artículo de la wikipedia pero en su versión inglesa.
La forma del cráneo de los bebés Homínininos está bastante bien configurada para favorecer las capacidades vocales, en el sentido de que la base del cráneo, la mandíbula y la longitud de la garganta están dispuestas de modo que permiten la emisión de un amplio abanico de sonidos.
Cuando el individuo madura, el cráneo se expande para acomodar el crecimiento del cerebro. Así, junto con el mayor volumen de la parte superior, la mandíbula se desplaza hacia afuera (esto se conoce como prognatismo), los colmillos crecen en la boca y la base del cráneo cambia de forma.
El resultado es que, el cerebro posee capacidades linguísiticas aumentadas, pero el crecimiento de los huesos de la base del cráneo han hecho aparecer impedimentos mecánicos para la correcta vocalización de sonidos (referencia en inglés).
Las especies deben optar por una de las dos opciones: la mejora de las capacidades físicas, derivadas de un cráneo más robusto y de unos colmillos más grandes, o la mejora de las capacidades sociales, derivadas de una mayor habilidad comunicativa.
Según la hipótesis de Chardin, hace al menos 5 Ma tuvo lugar esa elección.
Ardipithecus kadabba
En 2001, el antropólogo etíope Yohannes Haile-Selassie descubrió fragmentos de dientes y de mandíbulas pertenecientes a otro homínido fósil cuya especie se bautizó como Ardipithecus kadabba y que, en su día, fue clasificada como una subespecie del Ardipithecus ramidus.
Sin embargo, la sorpresa saltó cuando se analizaron los restos con mayor detalle. Por lo pronto, los restos databan de hacía alrededor de 5,7 Ma, más de un millón de años más antiguos que el Ardipithecus ramidus, por lo que presentaban rasgos más primitivos. Además, los dientes mostraban una forma y unos patrones de uso diferentes a los ramidus.
Todo esto situaba al Ardipithecus kadabba, más cercanos al género Orrorin que al Ardipithecus ramidus, por lo que mostraba una mezcla de rasgos tanto de chimpancés como de humanos.
De este modo, el Ardipithecus kadabba se convirtió en -probablemente- la primera especie de la rama de los homíninos que conducirá hasta el ser humano.
La rama que derivaría en el género Pan, el de los chimpancés, provendría de una mayor adaptación al medio basado en las características digamos óseas.
Se trataría de las adaptaciones físicas que se observan en el Ardipithecus ramidus, y es lo que permite apoyar la hipótesis de que esta especie es el origen del linaje que dará lugar a los chimpancés.
En cambio, la rama que llevaría al género Homo se decantaría por un desarrollo basado en adaptaciones sociales. Los bebés homíninos, cuando maduran, el cráneo va creciendo y cambiando de forma acompasado con el crecimiento del cerebro. Llegado un cierto punto, cuando el cerebro llega a su máximo tamaño, la mandíbula, los colmillos y la base del cráneo continúan su maduración haciendo que aparezcan impedimentos anatómicos para la voz.
Sin emabargo, el Ardipithecus kadabba tomó el camino contrario. Llegado al punto del crecimiento máximo del cerebro, los cráneos de los individuos detenían su maduración, reteniendo características infantiles:
- La mandíbula no se desplaza hacia afuera,
- no se desarrollan los dientes caninos, y
- la base del cráneo deja suficiente espacio para permitir la vocalización de sonidos.
- Y todo ello sin perder ni un centímetro cúbico de volumen cerebral.
Cierto es que esta especie no dispondrá de las adaptaciones óseas de sus parientes chimpancés y gorilas, pero las suplirán con creces gracias a las más complejas interacciones sociales que podrán desarrollar gracias al lenguaje.
Desde un punto de vista puramente anatómico, el lenguaje pudo originarse en una etapa tan temprana como hace 4,4 Ma, entre especies no humanas.
Pero es hora de avanzar en el reloj evolutivo y examinar el siguiente género de Homíninos que aparecen en la historia evolutiva: los Australopitecinos.
Características de los australopitecinos
El Australopithecus será un género que agrupará varias especies. Esta palabra deriva del latín, australis, que significa “del sur” y pithecus, mono en griego. Por tanto, hablamos del género de los monos del sur.
Este género está formado por las especies:
- anamnensis,
- Bahrelghazali,
- Afarensis,
- Africanus y
- Sediba entre otras.
De algunas de ellas tan sólo hemos encontrado fragmentos de cráneo, piezas dentales y algún que otro hueso; y muy pocos esqueletos completos. Esto hace que sea realmente complicado caracterizar y clasificar las especies. De hecho, es muy posible que en el futuro se descubran nuevas evidencias que permitirán incluir más especies dentro del género Australopithecus, o al revés.
Es aquí donde la clasificación de Chardin resulta más útil, ya que nos permitirá ordenar todo este caos, clasificando los fósiles según muestren rasgos de chimpancé (género Pan), rasgos del género Gorilla, o rasgos del género Homo.
Australopithecus anamensis
El Australopithecus anamnensis se supone que es la especie que dio origen a la rama de los chimpancés. Son por tanto descendientes directos del Ardipithecus ramidus.
El Australopithecus anamnensis vivió en el periodo comprendido entre los 4,2 y los 3,9 Ma. Por la antigüedad de los fósiles sabemos que el anamnensis es la especie antecesora de otra situada en la rama de los chimpancés: los Australopithecus afarensis.
Australopithecus afarensis
El Australopithecus afafensis vivió en el periodo comprendido hace entre 3,9 y 3 Ma, en el este del continente africano. Lo que hoy en día son Etiopía, Tanzania y Kenya.
El volumen del cráneo de los afarensis era parecido al de los actuales chimpancés. Comparados con nosotros el tamaño de su cerebro sería equivalente a un tercio del nuestro y sus dientes serían mucho más grandes, lo que les haría tener unas mandíbulas desplazadas hacia afuera, es decir, tenían un prognatismo muy marcado, lo que indicarian unas capacidades lingüísticas inferiores a las nuestras.
La historia de Lucy, la Australopithecus
Sin duda, la Australopithecus más famosa de todos los tiempos es Lucy
En 1974, en Etiopía, se descubrió un área con abundantes yacimientos de, al menos, 3,2 Ma de antigüedad. En total se recuperaron los restos de unos 12 individuos de edad y tamaño variado. Uno de ellos era un bebé y otro pertenecía a una hembra, y estaba muy completo. De hecho fue el esqueleto de homínido más completo hallado hasta la fecha.
Se la bautizó de este modo porque en el momento de su descubrimiento, en la radio sonaba la famosa canción de los Beatles Lucy in the sky with diamonds.
Reconstrucción de Lucy, la Australopithecus afarensis. Fotografía del Neanderthal-Museum, Mettmann. [CC BY-SA 4.0]
, via Wikimedia Commons.
Australopithecus garhi
Bueno, andando un poco más en el tiempo, llegamos al límite de hace 2,5 Ma. Sobre esa época tenemos otra especie de Australopitecos que habitó la Etiopía de la época. Se conoce como Australopithecus garhi y la encuadraríamos en la linea de los chimpancés.
Con esto completamos la linea evolutiva que dio origen al género Pan. Empezó con el Ardipithecus ramidus, y siguió sucesivamente con los Australopithecus anamensis, afarensis y garhi, llegando al límite definido por los 2,5 Millones de años de antigüedad.
Australopithecus bahrelghazali
Vamos a fijarnos en otra especie de Australopiteco que se descubrió el oasis de Bahr el Ghazali, de ahí tomó su nombre Australopithecus bahrelghazali.
Tan sólo tenemos una mandíbula y siete dientes de 3,6 Ma de antigüedad, lo que no nos permite ubicarlo en ninguna de las ramas (chimpancé, gorila u homo). Pero lo relevante de estos restos es que son de homíninos, aunque aparecieron fuera del Valle del Rift, lo que desmonta la teoría de Darwin de que el mono se bajó del árbol en el Gran Valle debido a la desaparición de la selva y su sustitución por la sabana.
Gracias a estos restos sabemos que el Australopiteco se extendió por otras zonas de selva y allí evolucionó en compañía de proto-chimpancés y proto-gorilas.
Es el momento de pasar a otra de las ramas de homíninos: la que dará lugar al género Gorilla.
Género Paranthropus
En 1954, un paleontólogo sudafricano llamado John T. Robinson propuso la clasificación de los homíninos en dos grupos: gráciles y robustos.
Los gráciles se llamaban así porque presentaban unas formas más o menos esbeltas, unos cráneos redondeados y dientes menos desarrollados. El linaje de los Australopitecos gráciles terminaría en los chimpancés y en los humanos.
En cambio, los robustos tendrían un cráneo adaptado a la masticación: molares grandes, mandíbula desarrollada y una cresta sagital.
La cresta sagital es un saliente de hueso que recorre el cráneo desde detrás de la frente hasta la parte posterior. En este hueso se insertan los poderosos músculos masticadores.
Mapa de África con la localización de los yacimientos de fósiles de Australopithecus Anamensis, afarensis, africanus, bahrelghazali y garhi; Paranthropus aethiopicus, boisei y robustus. Elaborado por Kameraad Pjotr & Sting [CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons.
Como vimos, Tumai -el Sahelanthropus- perteneció a la rama que daría lugar a los gorilas, luego a este linaje de los robustos pertenecerán las especies emparentadas con los modernos gorilas.
Australopithecus deyiremeda
Una de ellas es el Australopithecus deyiremeda. ¿De dónde sale este curioso nombre? Pues bien, en 2009, se encontraron en Etiopía, otra vez en el País de Afar, restos de 3,3 Ma de antigüedad que presentaban características de primates robustos.
Como se vio que eran parientes cercanos de otros homíninos, esta especie fue bautizada de este modo en el idioma local, el amhárico. Así, Deyi significa cercano y Remeda significa pariente. Por tanto, Australopithecus deyiremeda es el mejor nombre posible.
En el blog de “Paleoantropologia hoy” tenéis mucha más información sobre esta especie.
Paranthropus aethiopicus
La linea evolutiva robusta daría lugar finalmente, hace unos 2,5 o 2,6 Ma a la especie Paranthropus aethiopicus, que sería la precursora del género de los parántropos.
El nombre científico del género es Paranthropus, y se denominan parántropos porque se consideran una rama lateral, paralela, a la del género homo, el de los seres humanos.
Reproducción de un cráneo de Paranthropus aethiopicus expuesta en el Museo de Historia Natural del Londres (UK). Fotografía tomada por Nrkpan [CC-BY-SA-3.0], vía Wikimedia Commons
Y con esto abandonamos a la rama de los Homíninos que dará lugar a los gorilas y nos metemos por fin con el linaje que acabará convirtiéndose el los seres humanos.
Selam, el niño de Taung y la Señora Ples
Todavía no se puede hablar de seres humanos. En realidad se trataría de un tercer género de homíninos, el género Homo, y en estas fechas tan antiguas son indistinguibles de los chimpancés.
De hecho, eran tan parecidos que durante mucho tiempo se han produjeron confusiones bastante notables. La más importante fue la de Selam, la “niña de Dikika”.
Réplica del cráneo de Selam. Este fósil fue hallado en la localidad de Dikika, Etiopí. Fotografía tomada por Adam Jones de Kelowna, BC, Canada [CC BY-SA 2.0], vía Wikimedia Commons
Dikika es una localidad etíope cercana al yacimiento donde apareció Lucy. Allí, al parecer, una inundación enterró unos restos bajo grandes cantidades de barro. Cuando fueron descubiertos los bautizaron con el nombre de Selam, que significa paz en amhárico.
El hecho de que quedasen sepultados fue bueno, porque preservó los huesos de la destrucción, pero también fue malo porque el conjunto quedó solidificado haciendo muy complicado su estudio.
Como habían aparecido relativamente cerca de Lucy se pensó que también pertenecían a la especie afarensis. Sin embargo, las características del cráneo y los dientes apuntan hacia adaptaciones más propias del género Homo.
Por tanto, los descendientes de la linea de Selam ni pertenecen al linaje de los gorilas, ni al linaje de los chimpancés. Desafortunadamente, el estado de los restos no nos permite afirmar nada.
Australopithecus africanus
Donde no hay ninguna duda es en la otra especie de Australopitecos. Me refiero al Australopithecus africanus. Esta especie se supone que vivió hacia finales del Plioceno, alrededor de hace 3 Ma en África, aunque los restos hallados hasta la fecha proceden tan sólo de un país, Sudáfrica.
Los ejemplares más famosos son el Niño de Taung y la Señora Ples.
Fósiles de Australopithecus africanus hallados en la cueva de Sterkfontein
Todas las imágenes se han obtenido vía Wikimedia Commons.
El Niño de Taung. Fotografía tomada por Didier Descouens [CC BY-SA 3.0].
La Señora Ples. Fotografía tomada por José Braga y Didier Descouens [CC BY-SA 4.0].
En ambos casos, se trata de muestras bastante fragmentarias de una antigüedad de más de 3 millones de años. No obstante, se adivinan en ellos las características principales del género homo:
- Un tipo de movimiento plenamente bípedo, aunque todavía se retiene la capacidad de trepa.
- Un volumen craneal grande, parecido al de los chimpancés modernos. Este no es el caso ni del bebé Taung ni de Selam, pero como son individuos jóvenes no es importante. Lo que permite clasificarlos como humanos es la forma del hueso frontal, o sea, la forma de la frente.
- La base del cráneo es más amplia y la cara más plana que en la especie afarensis. Estos rasgos favorecen la comunicación verbal.
- Las piezas dentales son muy parecidas a las nuestras, capaces de mantener una dieta omnívora, basada en el consumo de carne y en la masticación de especies vegetales duras.
Conclusiones
Este es el final del episodio. Con todo lo contado hasta aquí hemos hecho un repaso general desde la formación del planeta hasta la aparición del género homo.
Empezamos este viaje hace eones con la formación del universo y lo terminamos en África, en el Gran Valle del Rift, al finalizar la época geológica del Plioceno, hace 2,6 Ma, rodeados de Australopitecos.
Esta fecha, 2,6 Ma, no está elegida al azar. Es el inicio del otro periodo geológico, el Cuaternario, y de otra época geológica, el Pleistoceno. Pero, a partir de este momento, el protagonista será este nuevo género de mamíferos placentarios, primates simiformes hominoideos perteneciente a la tribu de los homíninos, más conocido como el género homo, nuestros antepasados más antiguos.
A partir de aquí, ya se puede hablar de la prehistoria y del nacimiento de la humanidad. Pero eso será otro día, y en otro episodio.
Créditos
Quiero dedicar este episodio a otro podcast que me encanta. Se llama “La tortulia podcast” y aparece dos veces en este episodio:
- La primera es en la introducción del podcast (minuto 2:48) cuando hago la referencia al episodio sobre drogas, edición omnibus.
- La otra es cuando hablo de Schliemann y el descubrimiento de troya (1h 16:10).
Las fuentes para elaborar el episodio han sido dos:
- Como viene sido habitual Wikipedia y
- El mencionado blog Paleoantropología hoy de Juan Manuel Fernández López.
Las imágenes proceden casi todas de Wikimedia Commons. No obstante, en cada una de ellas se indica la procedencia y el tipo de licencia que poseen.
La música del episodio se la debemos a Dan O’Connor, más conocido como Dan-O.
Si te apetece, puedes dejarme un comentario en el blog. También podéis utilizar la dirección de correo electrónico info [arroba] podcast-historia [punto] com, o enviarme un tweet a [arroba] crodriguezfl.
Y ahora, me despido invitándoos a descargar el siguiente episodio de… “Otro podcast de historia?”.
Hola Carlos,
Me gusta mucho cómo enlazas los acontecimientos evolutivos y migratorios de los homínidos en relación con los cambios de corrientes oceánicas que afectan el clima y la vegetación, y cómo la tectónica de placas en la crisis Messiniense del Mediterráneo juega un papel crucial para la migración de homínidos a Europa. La verdad, nunca lo había pensado. También es importante incluir el desarrollo Gran Valle del Rift para comprender esta evolución. Si es que la historia en una asignatura multidisciplinaria, al contrario de lo que nos enseñaban en los 80 en la escuela 🙂
Veo que en España ya ha sido traducido ‘Orígenes: Cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad’ de Lewis Dartnell. ¡Es toda una delicia!
Hola Juno,
Muchísimas gracias por el comentario. Me ha encantado. Lo que pretendo con cada episodio es, precisamente eso: ir enlazando cosas de ámbitos difrentes para entender mejor los fenómenos. Ahora mismo estoy liado con la historia de la geología, ya que será la base de la estratigrafía arqueológica. Pero dicho así, suena aburrido. Estoy dándole vueltas a cómo se puede contar de forma amena.
El libro que recomiendas tiene muy buena pinta. Le echaré un vistazo.
Un abrazo,
Carlos